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La contrarreforma política de Mancera

La constitución de la ciudad de México sólo podrá ser propuesta por el jefe de gobierno del Distrito Feferal.

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Escrito en OPINIÓN el

Mancera, el PRD y el PRI hicieron aprobar una reforma sobre el Distrito Federal. Con ella, habrá un constituyente en el que se aprobará la constitución de la ciudad de México. Se presenta como un avance, pero dista mucho de serlo.

 

En la reforma, están planteados los límites de la misma: El DF no se convertirá en un estado de la federación. Las delegaciones no se convertirán en municipios. El financiamiento de la ciudad seguirá siendo aprobado por el Congreso de la Unión. El presidente de la República podrá destituir al jefe de la policía capitalina. La constitución de la ciudad de México sólo podrá ser propuesta por el jefe de gobierno del DF.

 

Además, la composición del constituyente es una grosera afrenta a los ciudadanos de la capital y representa una contradicción en sí misma. De 100 diputados constituyentes 40 serán designados por dedazo. En otras palabras, el órgano destinado a fortalecer la autonomía de la capital no será autónomo. Esta composición niega a los ciudadanos del DF el derecho a decidir su constitución.

 

Con los límites y la composición impuesta al constituyente, los ciudadanos no podrán decidir su propia constitución. Los diputados de dedazo pesarán tanto como los diputados elegidos por el pueblo y las ideas que quieran plasmar los habitantes del DF no podrán concretarse porque la reforma ya establece hasta dónde se puede llegar.

 

En México ha predominado la tradición constitucionalista que coloca la soberanía en el pueblo. Sin embargo, al parecer, los promotores de esta reforma consideran que el soberano es el rey. 

 

Un constituyente es por esencia un espacio colectivo de representación popular destinado a fundar libremente un Estado soberano. Lo que en la reforma del Distrito Federal se llama constituyente no lo será, pues ni será libre, ni fundacional, ni soberano, ni representativo de la voluntad popular, ni fundará un Estado. Por cierto, será suficiente con que los 40 diputados designados por dedazo consigan otros 11 para dominar el llamado constituyente de la ciudad de México.

 

Prácticamente, lo que se propone es un cambio de nombres: El DF se llamará Ciudad de México. El Estatuto de Gobierno se llamará Constitución. Los jefes delegacionales se denominarán alcaldes. Pero en el fondo todo está hecho para que nada cambie.

 

En realidad, por eso la propuesta de constitución sólo la puede hacer el jefe de gobierno, quien en realidad ya ha hecho toda una contrarreforma en el Distrito Federal: la constitución de Mancera es la criminalización de la protesta, el regreso del fraude electoral, la entrega del suelo urbano al cártel inmobiliario, la reelección porfiriana en el Tribunal de Justicia y sometimiento de la ALDF.

 

Esta es la verdadera constitución de Mancera, lo demás es sólo una hoja de papel.