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La capital de muchas cosas

En lo personal estoy convencido que hay que acompañar a la protesta de propuesta y no solamente de crítica.

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Escrito en OPINIÓN el

La ciudad de Washington DC, capital de los Estados Unidos de América es la capital de esta nación. Pero desde mi punto de vista es la capital de muchas otras cosas, como me parece que ha sido evidente a lo largo de los últimos años. Inclusive en esta colaboración semanal he tratado de narrar y de comentar todo lo que me ha acontecido desde que me instalé en esta urbe hace más de dos años. Si hay algo en lo que hemos podido coincidir es precisamente que Washington es la capital no solamente de Estados Unidos, sino del mundo en cierto sentido. No lo digo desde una óptica apologética de las cosas, sino desde una realidad.

 

Por ejemplo, en materia continental, es la sede de varios organismos multilaterales como la Organización Panamericana de la Salud (rama continental de la Organización Mundial de la Salud), de la Organización de Estados Americanos (fundado inclusive antes que las mismas Naciones Unidas), del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y de otros organismos globales como el Fondo Monetario Internacional (IMF, por sus siglas en inglés) la Corporación Internacional de Finanzas (IFC, por sus siglas en inglés) y el Banco Mundial. Y todos ellos a menos de 10 cuadras de distancia unos de otros; y quizá 10 cuadras son muchas: El Banco Mundial está cruzando la calle del Fondo Monetario Internacional.

 

Por lo anterior, no resulta extraño que cuando alguien quiere protestar por alguna cosa, acuda a la capital de Estados Unidos. La prensa constantemente está muy al pendiente de las situaciones que ocurren por acá. Siempre frente a la Casa Blanca hay protestas de todo tipo. Recuerdo que la última vez que pasé caminando por allí, había un grupo de personas que exigían que se dejara de enviar ayuda económica a Etiopía (era un grupo de 10 o 15 personas a lo mucho). Y cuando uno se pone a pensar en ello, claro que es evidente la razón por la que se decide protestar en Washington, pues esta ciudad además es la sede de la fabricación de muchas políticas públicas de corte global que tendrán efecto en otros países. Si Estados Unidos decide intervenir militarmente en otro país, o si decide apoyar con recursos económicos a otra nación, es algo que tendrá consecuencias multipolares.

 

En ese contexto, el jueves de la semana pasada se realizó una marcha para recordar a los 43 normalistas de Ayotzinapa. Aunque no participé en dicha marcha, pude observar las imágenes y la narrativa que se hizo del asunto. Un grupo de personas salió desde el Departamento de Estado hacia la Embajada (la ruta no es muy larga). Como se sabe, solamente la Embajada de México y de Canadá están sobre la Avenida Pennsylvania (la misma donde está la Casa Blanca). A unas cuadras entonces de la residencia y la oficina del Presidente Obama, se llevó a cabo esta protesta. Desconozco cuál fue la reacción oficial del gobierno mexicano, sin embargo, por lo que pude apreciar, esta protesta se llevó también a cabo en otras ciudades del mundo.

 

No obstante lo anterior, hay una gran diferencia entre las ciudades del mundo y Washington. Como ya lo dijimos antes, la capital de los Estados Unidos es la capital de muchas cosas, entre otras, de las acciones. Creo entonces que las instituciones que hay en el Distrito de Columbia y el espíritu mismo de la ciudad, lo llevan a uno a actuar y a proponer soluciones concretas a problemas reales; y creo que ese el caso de los padres de los normalistas que vinieron a este lugar a buscar respuestas. En lo personal estoy convencido que hay que acompañar a la protesta de propuesta y no solamente de crítica.

 

Y Washington podría ofrecer un foro para que las propuestas que se tengan en la materia puedan ser escuchadas. No es fácil alzar la voz y trazar una ruta de acción determinada ante un conflicto tal, como es y sigue siendo el de los normalistas, pero quizá haya llegado el momento de enfocar el problema desde otra óptica. Ello, como hacen algunas de las organizaciones en México, sobre todo aquellas sin fines de lucro que se dedican a denunciar las condiciones de inseguridad en el país.

 

Creo que la posibilidad que ofrece Washington de trazar políticas públicas globales debe ser aprovechada al máximo para que se generen mejores condiciones de vida en México, y que el encono y la división no crezca más. Allí radica la diferencia que puede generar un cambio positivo, desde mi punto de vista personal. Ojalá que algunos más compartan esta visión.

 

@fedeling