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La bestia y el sueño imposible

Los niños del tren, una novela que busca situarse en la frontera de dos mundos, dos realidades: la norteamericana y la latinoamericana.

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Escrito en OPINIÓN el

En septiembre de 2015 el diminuto cadáver de un niño sirio es depositado por el mar en la costa de la playa de la localidad turca de Bodrum –uno de los balnearios más populares de Turquía–, y poco después recogido en brazos por un policía turco, el niño ahogado era Aylan Kurdi de 3 años de edad, cuya imagen se clavó en la retina de la humanidad como símbolo del drama migratorio y de la tragedia que viven los refugiados sirios.

 

En México, sucede a diario algo muy similar, una denigración y explotación de la condición humana que por desgracia, y necesidad, se ve obligada a buscar el mal llamado “sueño americano”, un éxodo que Latinoamérica sufre, y México es el escenario donde el dolor, la tragedia, y la muerte se dan cita.

 

La migración es una realidad en todas latitudes, pero la que se vive en la frontera sur de México es insufrible, insoportable, incesante, avasallante, fracturando a millones de familias, ya sea con la muerte o bien, con el “sueño americano”.

 

De esta realidad da constancia el escritor alemán Dirk Reinhardt (1963), quien se dio a la tarea de sumergirse en el gris mundo que viven los migrantes en la frontera de Chiapas, y a lo largo de su trayecto por México, hasta su intento por cruzar la frontera de Estados Unidos vía Nuevo Laredo.

 

Su trabajo lo llevó a escribir la novela Los niños del tren (Ediciones B),  obra que abre el espacio para el debate entre los políticos y la opinión pública, al cuestionar indirectamente y de forma legítima las políticas migratorias rígidas de México y Estados Unidos, quienes deberían reconocer la dimensión que la emigración representa e implementar soluciones nuevas y ambiciosas ya que la crudeza del drama les debe obligar a considerar a los inmigrantes no como una amenaza de guerra, sino como una oportunidad para América del Norte.

 

Esta tragedia se acentúa con la llegada de Trump a la Casa Blanca y su discurso antiinmigrante, por lo que el debate está más vivo que nunca: ¿cuál es el compromiso que los países desarrollados deben asumir ante el resto del mundo para ayudar a los inmigrantes quienes huyen de la pobreza, corrupción y la falta de oportunidades para sus familias?

 

Una pregunta válida, pero que tiene demasiadas aristas.

 

Los niños del tren, una novela que busca situarse en la frontera de dos mundos, dos realidades: la norteamericana y la latinoamericana, lo que significa un paradigma de indagación cultural innovador que se suscribe al fenómeno de la globalización, los flujos migratorios y la hibridación de las lenguas.

 

Asimismo, las implicaciones emocionales y referenciales de los protagonistas de Los niños del tren, son fundamentales para entender esta práctica de arraigo o desarraigo y sus bifurcaciones al efectuar el desplazamiento físico en detrimento con la vida misma.

 

Una novela brutal.

 

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