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¿Impunidad o corrupción?

Entonces ¿es la corrupción la que produce impunidad o la impunidad que produce corrupción?

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Escrito en OPINIÓN el

¿Qué produce qué? ¿Es la corrupción la que produce impunidad o la impunidad que produce corrupción? Quienes estudiamos estos fenómenos discutimos casi de manera bizantina acerca de cuál es la causa y cuál la consecuencia.


Y como en discusión bizantina, la corrupción e impunidad son cotidianas, sabemos que están ahí, las hemos vivido de manera personal pero no hemos podido medirlas de una manera contundente que comprenda todas sus aristas, que dibuje los escenarios en donde se lleva a cabo o que presente toda su magnitud. Esto porque la corrupción (entendida en este contexto como peculado) y la impunidad tienen la característica de que se llevan a cabo en lo obscuro y de que están acompañadas de abuso de autoridad, compadrazgos y amiguismos, de amenazas y violaciones del colectivo, especialmente, de los más débiles de un país.


Aún con estas limitaciones hay esfuerzos valiosos e importantes por aproximarse a mediciones científicas de efectos, victimización y percepción del fenómeno.


Ejercicios como los que hacen Mexicanos Primero y el colectivo México ¿Cómo vamos?, permiten analizar temas específicos en educación y gasto público sobre el tema. La medición en 175 paises que hace Transparencia Internacional y la Encuesta de Corrupción y Buen Gobierno de Transparencia Mexicana construyen índices valiosos de lo que vive el ciudadano y, que en el tema de seguridad, coinciden con las encuestas de victimización a hogares y empresas del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI).


Por su lado, esta semana, la Universidad de Las Américas de Puebla y el invitado permanente al Consejo Nacional de Seguridad, Andrea Ambrogi presentaron un índice internacional de impunidad que busca medir cómo estamos en materia de seguridad, justicia y derechos humanos ¿qué aprendemos de estos esfuerzos?

 

  1. En los últimos años hay una percepción de aumento de la corrupción en nuestro país.

 

  1. Existe una vivencia creciente de ineficiencia-abuso de las autoridades con respecto a la aplicación de la ley.

 

  1. Hay pocos incentivos para denunciar delitos debido a causas imputables a la autoridad.

 

  1. El nivel donde es posible ver con mayor claridad la corrupción e impunidad es el local y, el menor, el federal.

 

  1. A menor nivel socioeconómico hay mayor posibilidad de sufrir abusos y violaciones a los derechos humanos.

 

  1. Sistemas de observación externa e indicadores de resultado sustentados en el problema a atender y alineados con el presupuesto reducen espacios para la corrupción.

 

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Es innegable que México, en general, sale mal calificado en esta materia, aunque, en contraste, cabe destacar que somos un país donde hay mayor posibilidad de acceder a información en esta materia si nos comparamos con otros países que salen mejor evaluados y que no necesariamente tienen un Estado de Derecho más sólido.

 

Ante este escenario, debemos voltearnos a ver a nosotros mismos y nuestra sociedad e insistir en lo que ya he insistido en este mismo espacio: denunciar no es opción, es obligación. Cada vez que se comete un ilícito, sea este un delito, una falta adminitrativa, un abuso de autoridad, un acto de peculado, una violación a los derechos humanos, es fundamental que levantemos nuestra voz y emitamos las denuncias correspondientes, si queremos romper con esta hermandad perversa de corrupción e impunidad.

 

Sé lo difícil que es hacerlo, sé lo frustrante que es e incluso lo peligroso, sin embargo, no hacerlo nos mantiene en la situación que conocemos y vivimos:


I. Entidades que no combaten el delito, que no registran incidencia y salen premiadas en la estadística oficial para luego tener botines políticos. Casos escandalosos como Baja California Sur, Sinaloa y Sonora que declaran no tener robos a transeúntes en años. Casos como Nayarit omisa ante toda solicitud de información y que no registra delitos de extorsión; Guerrero y Tlaxcala con sus registros dudosos, sin citar entidades que históricamente han abusado de la confianza de los ciudadanos en esta materia, como son  Veracruz y el Estado de México pero que parece que hoy están mejorando sus registros en materia de incidencia delictiva.

 

II. Casos de gobernantes que simplemente se fueron sin rendir cuentas de los desastres en materia de seguridad dejados en sus entidades, como Aguirre en Guerrero, o Vallejo y Castillo en Michoacán.

 

III. Autoridades que se fueron o siguen en funciones sin explicar enriquecimientos inexplicables y gozan impunemente de ellos como Nava, Murat o Deschamps.

 

IV. Autoridades que simplemente renunciaron y a las que no se les aplicó la ley ante evidentes actos de peculado o abuso de autoridad como Korenfeld, Benitez o Padrés.

 

V. Gobiernos que simplemente no avanzan en seguridad y justicia y siguen sin explicar por qué, véase Tamaulipas.


Sólo por citar algunos casos que todos conocemos, pero que distan mucho de ser los únicos.


Denunciar no es fácil, es frustrante y puede ser peligroso, pero es la única vía para romper con la impunidad. Respetar la ley es el camino que rompe con la contraparte social de quien comete el ilícito.


Ante reformas tan importantes como son las que ya se lograron (gracias a una sociedad civil atenta y vigilante) en materia anticorrupción y transparencia, la voluntad apegada a la ley de quien las implementa es el verdadero elemento clave que permite su trascendencia.


Entonces ¿es la corrupción la que produce impunidad o la impunidad que produce corrupción? Difícil responder, la pregunta sigue abierta porque los diagnósticos no permiten indicar con contundencia qué produce qué. Por eso la importancia de la denuncia ciudadana, ya que la mejor forma que la sociedad tiene para contribuir es exponiendo y demandando a la autoridad que persiga todo ilícto.

 

Recordemos lo que dice Transparencia Internacional acerca de estos fenómenos "para que en una sociedad haya corrupción se requieren tres: Una persona que corrompe, una que se deja corromper y una sociedad que mira y no hace nada".

 

Es hora que todos nos unamos en favor de un Estado de Derecho sólido teniendo una cultura de la legalidad para romper con impunidad y corrupción.