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Guía dominical para elector unidimensional

Una revisión de las plataformas electorales de los partidos desde el ángulo de las telecomunicaciones.

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Escrito en OPINIÓN el

Sabía que revisar las plataformas electorales registradas por los partidos ante el INE era un tema de interés coyuntural; no imaginaba que además resultaría un ejercicio divertido y hasta útil. Van tres rasgos generales, antes de jugar a la hipótesis sobre lo que haré este domingo.

 

Primero, en las plataformas nadie niega la cruz de su parroquia. Los partidos se retratan de cuerpo entero. Algunos, imagino, dirán que es consistencia ideológica. Otros simplemente son incapaces de ocultar claras relaciones clientelares. Dos ejemplos de cada extremo del espectro político.

 

El Partido Verde hace honor a su larga tradición de principal (no único) sustento de la Telebancada. En su plataforma ni la radio ni la televisión, mucho menos la competencia, merecen mención alguna. A eso irá  el partido-empresa al Congreso: A defender y, si nos descuidamos, ampliar los beneficios de sus patrones y accionistas.

 

De un plumazo el Partido del Trabajo tacha la reforma en telecomunicaciones de “contrarreforma neoliberal con impacto lesivo para nuestro país”. Así nomás. Por supuesto, perdemos el tiempo buscando en la plataforma el sustento de esta temeraria afirmación. Nunca más el PT retomará el tema. Ni telecomunicaciones, ni banda ancha, ni internet volverán a aparecer en el texto registrado.

 

El segundo rasgo general de las plataformas es la mezquindad. Todos los partidos que aprobaron las reformas de 2013 y 2014 intentan apropiárselas en exclusiva. Como si cada uno hubiera tenido mayoría absoluta en las cámaras. Yo, por ejemplo, recién me entero que la reforma constitucional en materia de telecomunicaciones se la debemos a Nueva Alianza. Cosa rara porque en aquel entonces era Presidente de COFETEL y jamás coincidí con un miembro de la Alianza  en reuniones sobre el tema. Supongo que así como muy a distancia impulsan la educación, hicieron lo propio con las telecomunicaciones.

 

Leer el jaloneo de casi todos es francamente vergonzoso. Retrata una clase política que intenta engañar y a la que le es imposible reconocer, al menos en tiempos electorales, las virtudes del contrincante y de la construcción de consensos.

 

Y digo casi todos porque hay una honrosa excepción. Para el elector con aversión al riesgo, mi respetuosa sugerencia es que vaya a la segura y vote por Movimiento Ciudadano. Ahí no hay pierde pues el Movimiento garantiza, desde ya, el cumplimiento de lo prometido. Dormidos durante los últimos dos años, ofrece empeñar su esfuerzo en promover “una reforma legislativa que establezca el acceso universal a las telecomunicaciones como un derecho”. Alguien no leyó el sexto constitucional.

 

Finalmente, la promesa vacía. Esa que nunca se explica cómo se cumplirá. Los buenos deseos y las ocurrencias abundan. Un par de plataformas se salvan, pero la mayoría sabe que prometer no empobrece. En la página 43 de su plataforma, Encuentro Social presenta su único compromiso con las telecomunicaciones: “Ciudadanizar sectores importantes de la economía, tales como telecomunicaciones”. Tampoco le busqué cómo o por qué. Ciudadanizar es bueno y basta. Punto.

 

O siguiendo con las ocurrencias, uno podría apoyar al Partido Humanista en su intento por fundar la Secretaría Nacional de Estudios e Investigación que entre sus funciones tendrá la de “ampliar el margen de inversión a empresas concesionarias en telecomunicaciones”. Tal cual.

 

Pero dijimos que se trata de imaginar qué voy a hacer el domingo. Partamos de varios supuestos, no necesariamente ciertos: Iré votar, soy de los que aún creen que las plataformas electorales sirven de guía, asumo que los partidos pretenden cumplirlas y soy un elector unidimensional al que sólo le interesan las telecomunicaciones y nada más.

 

Bajo estos supuestos un elector como yo empieza a encontrar rumbo para ese momento de terror dominical en el que estaré frente a la boleta preguntándome qué hacer con ella. Ya sabría, por ejemplo, que no debo votar por Nueva Alianza que después de apropiarse de las reformas no vuelve a mencionar el tema una sola vez. También sabría que, más allá de #QuitenRegistroAlVerde, no debería votar por el Partido Verde salvo que quiera que Laura Bozzo o Gerardo Soria lleguen a senadores de la República como meros sirvientes de Chapultepec 18.

 

Al haber sido abierto promotor de la reforma constitucional de 2013, sería incongruente de mi parte votar por el Partido del Trabajo que la descalifica y me acusa de neoliberal contrarreformista. Incluso suponiendo que he cambiado, el PT jamás me explica qué características tendría una agenda de corte social y reformista.

 

En la página catorce de su plataforma, Morena ofrece su visión de la reforma, las telecomunicaciones y —voy a ser generoso pues nunca las menciona— banda ancha e internet. Para ellos un solo párrafo atiende todos nuestros problemas y plantea todas sus soluciones. Dice todo y nada a la vez. A pesar de estar de acuerdo con la necesidad de acotar a Televisa, TV Azteca y —voy a volver a ser generoso pues no la menciona—América Móvil, al menos para mí resultó la principal decepción.

 

Después de pasar por el obligado ejercicio de apropiación de reformas, la plataforma de Acción Nacional nos enfrenta con dos problemas delegitimidad (no que otros no los tengan). Primero, promete cosas que nunca intentó cuando gobernó de 2000 a 2012, como transformar la relación entre Gobierno, gasto en publicidad y medios de comunicación. Segundo, ofrece avanzar temas que literalmente abandonó durante el debate de la Ley Secundaria hace apenas un año.

 

Pocos como el PAN han tenido la oportunidad de aligerar la agenda pendiente en telecomunicaciones e inexplicablemente optaron por solapar artículos enteros de la nueva ley que atentan contra la mejor provisión de servicios, los derechos de audiencia, la propiedad cruzada, la democratización de los medios de comunicación e incluso las facultades del propio regulador. Tampoco es que haya mucho más que decir pues a las telecomunicaciones el PAN dedica, si acaso, una cuartilla.

 

De dos decepciones a una sorpresa relativa. Subrayo relativa. Si uno logra escapar al debate del voto útil (y de nueva cuenta bajo los supuestos ya descritos) el Partido Humanista sobresale de entre los partidos de nueva creación. Presenta un diagnóstico equilibrado, reconoce las virtudes de las reformas, señala sus carencias y —aunque con cierta torpeza o superficialidad— aborda temas ausentes en su contraparte de similar tamaño y antigüedad. Ahí está la violencia contra periodistas, la libertad de expresión, el derecho a la información, las audiencias, sus defensorías, la brecha digital y la competencia en general.

 

El Partido de la Revolución Democrática hace, a mi juicio, el análisis más consistente de lo ocurrido estos años. Reconoce los avances, pero sobre todo hace suyas las derrotas legislativas y plantea retomar la agenda que, a su juicio, la Ley Reglamentaria legisló en contra de la propia Constitución. Contrario lo que algunos senadores intentaron, reafirma su compromiso con el regulador a quien promete dotar más facultades. No distingue entre operadores. Ni le carga la mano a las teles ni a la telefónica. Hace un corte transversal en el que el foco, promete, será el ciudadano.

 

La tradicional agenda de la izquierda está presente con temas como el derecho a la información, la defensoría de audiencias y la réplica. Aborda también temas recientes como promover una reforma que reconozca que la preponderancia debe legislarse por servicio y no por sector (a mi juicio un poco tarde y a estas alturas quizá más dañino que dejar las cosas como están). Del PRD me extraña mucho que no se aborden expresamente y con mayor énfasis las expresiones comunitarias en medios de comunicación y el Sistema Nacional de Radiodifusión, ambos temas totalmente abandonados por la legislación vigente.

 

Por mucho, hay que decirlo, la agenda más exhaustiva y técnicamente robusta es la del Partido Revolucionario Institucional. Decenas de páginas destinadas a las telecomunicaciones, las inversiones, la infraestructura, la universalización y la apropiación de las TIC. Decenas de páginas bien explicadas, abordadas y organizadas en objetivos, estrategias y líneas de acción. Es evidente, natural y deseable que el partido en el gobierno se beneficie del conocimiento que tiene a su alcance en las distintas instancias del Ejecutivo Federal. La agenda me gusta y es robusta.

 

El PRI tiene, al menos en mi caso, tres problemas: Primero, apenas hace un año aprobó junto con el PAN una ley a todas luces insuficiente en temas que hoy promete retomar; segundo, ha mostrado —al menos hasta ahora— ineficiencia, poco compromiso o poca transparencia en la ejecución de proyectos estratégicos mandatados por la Reforma Constitucional (transición a la TDT, crecimiento de la Red Troncal y puesta en marcha de la Red Compartida en 700MHz) y, por último, nunca en mi vida he votado por ellos y francamente veo difícil empezar a mis 45 años.

 

Ahora bien, si usted vive en Zapopan, simplemente tire este artículo a la basura y vote por Pedro Kumamoto.

 

@Mony_de_Swaan