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Gasolina barata para cabilderos y unos cuantos

Grandes consumidores podrán beneficiarse de precios bajos para su propio consumo y ya no comprar la gasolina a Pemex.

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Escrito en OPINIÓN el

La batalla por el mercado de la venta de gasolinas en México, se ha adelantado prácticamente 21 meses. La participación del presidente Peña Nieto, en la conferencia Energy Global el pasado mes de febrero en la ciudad de Houston Texas, le sirvió como marco para anunciar que se aceleraría el proceso de importación de combustibles y ya no se esperaría hasta 2018, año en que estaba pactada la apertura.

 

El acuerdo original para la llegada de nuevos jugadores expendedores de gasolina y diesel estipulaba que a partir del primero de enero de 2016, podrían comenzar a operar gasolineras nuevas que no fueran o pertenecieran a la red de franquicias de Pemex. Es decir que marcas como Shell, Texaco, Chevron y ExxonMobil entre otras, estarían en condiciones de poder abrir una estación de gasolina en México.

 

Sin embargo, el acuerdo tenía una clausula que indicaba que las nuevas gasolineras, deberían comprar las gasolinas y carburantes a Pemex hasta el último día de 2017 y sería a partir del primer día de 2018, cuando los nuevos concesionarios, podrían importar gasolinas de cualquier parte del mundo, para entonces iniciar la batalla de los precios de las gasolinas en México.

 

Pero la presión de diferentes grupos empresariales entre ellos la Coparmex, se sumaron al contexto de la caída de los precios del petróleo para justificar con mayor celeridad, el inicio de importación de gasolinas a México, mercado que en el 2015, generó alrededor de 730 mil millones de pesos, y que por supuesto, representa un codiciado negocio para inversionistas nacionales y extranjeros.

 

De acuerdo con datos de Pemex en la actualidad operan 11,500 estaciones de gasolina en el país; sin embargo, la llegada de nuevas marcas expendedoras de gasolina, no garantiza que se abrirán más puntos de venta, y por lo pronto, los beneficios de precios más bajos, estarán fuera del alcance de los automovilistas que son quienes esperan una bajada de precios de los combustibles.

 

Pero la batalla no se centrará únicamente en las estaciones expendedoras de gasolinas, el modelo de franquicias de Pemex, sin duda se estará modificando y deberemos esperar a que las nuevas marcas de gasolineras, revelen su modelo de negocio ya que aún no está claro, si éstas otorgaran franquicias como lo hace Pemex, o serán las mismas empresas las que establecerán sus propias redes de gasolineras.

 

Por lo pronto Gulf, que recientemente se anunció como la primera marca que comenzará a operar gasolineras en México, basará su estrategia en seducir a los franquiciatarios de Pemex, para que cambien a su marca, ofreciéndoles descuentos para la adquisición de sus concesiones, sobre el monto de lo que hayan pagado para ser permisionarios de Pemex.

 

La medida en primera instancia es atrevida y juega con la condición de incertidumbre y falta de claridad sobre el rumbo que tomará, la todavía empresa paraestatal. En apariencia, las gasolineras y sus franquiciatarios representaban el bocado menos apetitoso de la reforma energética y ello explica de alguna manera, el por qué ese rubro debe adelantar sus procesos de transformación debido a que se entiende que es el rubro que menor inversión e infraestructura relativa demanda.

 

Como en otros tantos sectores económicos, al gasolinero, junto con su acelerada apertura, parece haber tomado al gremio por sorpresa y al parecer en franca desventaja frente a sus competidores. De entrada, las asociaciones de gasolineros están divorciadas entre sí. Onexpo, Amegas, Ampes, AEGA y la Unión de Gasolineros de Jalisco, Colima y Nayarit, trabajan cada una por su lado y cada gremio está realizando foros y eventos para modernizar y mejorar sus estaciones de servicios.

 

Lo anterior es una clara desventaja frente a los competidores extranjeros que como en el caso de Gulf, buscarán en primera instancia, aprovechar la infraestructura ya establecida, es decir, transformar bajo sus propias marcas, las estaciones que ya están en servicio y posteriormente, evaluarán la pertinencia de invertir para ampliar el número de estaciones en el país.

 

Ante este escenario, los empresarios gasolineros más pequeños, serán los más susceptibles de pasar de una marca a otra debido a la falta de profesionalización e infraestructura operativa para competir con las grandes cadenas de gasolineras que están por llegar al país. Sólo del total de estaciones de servicios que operan en México, alrededor de 7,500 puntos, están en manos de familias que poseen entre dos y seis centros expendedores y el resto, está en manos de diez grupos empresariales que manejan más de 50 puntos de venta.

 

Los pequeños franquiciatarios de Pemex con menos de 10 estaciones de servicio, tendrán dos opciones, la primera, será agruparse y formar empresas que les permita hacer frente a la competencia de las marca foráneas en caso de querer seguir participando con Pemex y la segunda, entregarse a los modelos de negocios de las marcas extranjeras y probar un nuevo modelo operativo.

 

Lo único claro, es que quien estará perdiendo nuevamente, será Pemex, debido a que con un menor número de gasolineras bajo su marca, los ingresos vía el negocio de sus franquicias, se verán mermados.

 

Pero la gran batalla que se avecina, está en el plus que ofrecerán las estaciones de servicio, por ejemplo, Gulf anunció que cada gasolinera bajo su marca, operará un GulMart, un mini súper que busca ir más allá de las tiendas de conveniencia como las conocemos, o un Gulf Express, que es una tienda para la compra no sólo de lubricantes, si no de accesorios y refacciones básicas para autos.

 

El esquema no es nuevo en México, Iconn el operador de la franquicia 7-Eleven en tierras mexicanas, maneja poco más de 190 gasolineras en las que también se encuentran tiendas de conveniencia de esa marca o minisúper de las marcas Merca-Día y Mas; el modelo es replicado de Estados Unidos en donde 7-Eleven tiene una alianza de gasolineras con Chevron.

 

La cadena de tiendas Oxxo se sumó ya desde hace varios años a esa lucha y operan en la actualidad poco más de 230 gasolineras que van de la mano con la apertura de las tiendas bajo su marca. De hecho aunque todavía de manera extra oficial, la división de retail de la embotelladora Femsa se encuentra trabajando en un proyecto de alianza junto con Pemex, con el objetivo de desarrollar nuevos modelos de negocios y servicios para la apertura de nuevas estaciones de gasolina tanto en el país como en los Estados Unidos.

 

Otro escenario en el que los jugadores nacionales del sector buscarán seguir manteniendo su supremacía, es la operación de las estaciones de gasolina, diesel y turbosina en aeropuertos, centrales camioneras, puertos marítimos y puertos interiores que operan en la República mexicana. Sin duda, un bocado que los jugadores que están por llegar a México, buscarán devorar porque representa el mercado mayorista de combustibles.

 

El terreno para la batalla por la supremacía de los expendedores de gasolinas en México está dado, y a Pemex, Oxxo Gas, Gulf y Petroseven, se está sumando Circulo K, quien ya comenzó la apertura de gasolineras bajo la franquicia de Pemex en la zona conurbada de la capital del Estado de México y que pertenece a la cadena de tiendas de retial de Soriana.

 

La descoordinación entre gasolineros, ya puso a trabajar prácticamente a cada uno por su lado mientras que el resto de los grupos dominantes del sector como Consorcio Gasolinero Plus, Hidrosina, Grupo Gasolinero Sol Rey, G500, Corpo Gas y Orsan, tarde que temprano, estarán buscando alianzas con las cadenas de tiendas de conveniencia y con las marcas expendedoras de gasolinas extranjeras que llegarán a México en los siguientes dos años.

 

Un ejemplo de esto la congregación de un organismo que se ha denominado Octanfuel en el que estarán aliados distintos concesionarios en los estados de Veracruz, Puebla, Oaxaca, Chiapas y Tabasco, en donde operan los grupos Hidrosina, Corpogas, Lodemo, Erges, Enerkom, Gaso Red y Cargo.

 

Pero mientras la batalla se efectúa y se decide a los vencedores, los automovilistas tardarán más de dos años para comenzar a percibir de forma tangible los beneficios de la apertura del sector gasolinero. En otras palabras, aún estamos lejos y quizás nunca lo veamos, el tener precios de seis u ochos pesos por litro de gasolina, equivalentes a los precios de la gasolina en Estados Unidos.

 

Es decir que la importación masiva de gasolinas en caso de que suceda en el corto plazo, no necesariamente redundará en bajos precios, primero, porque no debemos olvidar que llevamos más de 20 años importando gasolinas, al menos eso argumentaron los promotores de la apertura energética, y segundo no hay sentido aparente para aumentar el volumen de la importación de gasolinas porque la demanda no sufrirá un incremento significativo en los siguientes dos años.

 

El argumento más poderoso de quienes apuraron la importación de gasolinas para este año y no para 2018, es traer gasolinas más baratas de cualquier parte del mundo, pero en caso de que eso suceda, como la apertura considera a cualquier empresa que desee importar pero no necesariamente comercializarla, entonces grandes consumidores podrán beneficiarse de precios bajos para su propio consumo y ya no comprar la gasolina a Pemex.

 

Mientras que quienes operen una gasolinera o una red de gasolineras, deberán seguir pagando el Impuesto Especial sobre Productos y Servicios (IESP) y a su vez, deberán respetar la banda de precios y fluctuaciones de combustibles fijada por la Secretaría de Hacienda desde inicios del 2015. Objetivos que los cabilderos buscarán también revertir como el acuerdo de apertura de importación de gasolinas hasta 2018.

 

Por lo pronto y aunque han volado los vítores y sombreros con el inicio de las importaciones de combustibles a partir del primer día abril, al día de hoy los consumidores particulares, seguirán pagado por litro 13.16 pesos por la gasolina Magna, 13.95 por la tipo Premium y 13.77 por el Diesel.

 

@ijm14

@OpinionLSR