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Preguntémonos dónde estaban los medios durante su gobierno, quién ocultó sus excesos, quién se beneficios de ello.

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Escrito en OPINIÓN el

Duarte y su camada no se dieron por generación espontánea ni In Vitro, son expresión de un orden autocontenido que los encumbró, sostuvo y hoy desecha; que los explica y -más importante- que medró y medra con ellos y de ello.

 

Por tanto nuestra apreciación del tema, sin menoscabo de las responsabilidades personales e indivisibles de los bultos que nos impusieron como gobernadores, debe ampliarse al entramado que los impuso, arropó sus ineficacias y latrocinios, se benefició de ambos y hoy los quema en leña verde para guarecerse tras la humareda.

 

Duarte, el de Veracruz, gastó 8 mil 700 millones de pesos en imagen. Ese dinero no lo robó, aunque posiblemente sí lo malversó. 8 mil 700 millones de pesos que fueron a engrosar los bolsillos de unos cuantos a razón de 4 millones diarios durante seis años.

 

Esta cifra no incluye el dinero que corrió indocumentado y en efectivo bajo la mesa, así como todas las demás componendas y negocios que por contratación, concesión o asociación hayan podido embolsarse los mismos beneficiarios.

 

¿Cómo pudo darse semejante atraco?

 

Ya hemos señalado: por apostar a inventospresionables, por la desmesura de la imagen y el monopolio de la popularidad; todo englobado en la hegemonía de la apolítica como política, donde lo único que no tenemos es política y políticos de verdad. Sin embargo, menester es explicitar nuestro punto, porque los Duartes y los Borges – y esa clase bofa de la que hoy son paradigma- son simples alfiles en el tablero del verdadero poder depredador.

 

Ya hemos apuntado que estos tristes personajes llegaron por el único mérito de ser unos Don Nadies. Ninguna experiencia, logro o capacidad destacables les precedió. Fueron diseñados y manufacturados como empaques y -como origen es destino- para ellos todo es cuestión de mejorar o cambiar la imagen del empaque. Por tanto, La solución a todo problema, para ellos, es el manejo de imagen.

 

Y el manejo de imagen tiene a su vez dos vertientes. Una es la relativa al diseño e implementación de ella, carente de suyo de contenido; la otra su filón adictivo, de suerte que, al igual que el traficante de psicotrópicos, el traficante de imágenes genera y administra los síndromes de abstinencia en el adicto a la imagen.

 

Lo pongo en otras palabras: basta que un medio arme una campañita en contra de la imagen de uno de estos pseudopolíticos de pacotilla para que cual mujer desdeñada, cubierto en llanto y arrancándose los cabellos, corra a comprar la tregua al costo que sea. El medio, así, se convierte en el titiritero del gobernante y en el generador de sus estados anímicos propicios para sonsacarle lo que sea.

 

El chantaje mediático se ha convertido en el único lenguaje que entienden estos gobernantes urgidos de comprar al costo que sea la paz de una imagen inmaculada.

 

Plugo a Dios que Marco Levario  (de Etcétera) investigue algún día lo que le costó a Veracruz el control de daños (forma elegante de llamar al vil chayote) del asesinato de un fotógrafo veracruzano en un departamento en la Narvarte, que se cargó a la lista negra de periodistas asesinados en Veracruz y que fue un escándalo nacional contra Javier Duarte durante varias semanas, no obstante que las investigaciones mostraron desde un inicio un problema de narcomenudeo. ¿Cuántos medios medraron con el tema y cuánto medró cada uno? ¿Cuántos de estos eventos se sucedieron en seis años? ¿Cuántos se siguen sucediendo hoy?

 

Pero vayamos un paso adelante. Los medios no sólo generan escándalos para administrar la adicción al gasto en imagen de estos gobernantes de grima, sino que, traicionando su vocación y función social, ocultan toda aquella otra información de fondo que permitiría al ciudadano enterarse del comportamiento real del gobernante y del desempeño verdadero del quehacer público, y, por ende, de ejercer el control ciudadano del poder. En vez de informar, utilizan su omisión informativa como moneda de cambio del chantaje.

 

Es por ello que es hasta que sale el desdichado que ¡entonces sí! los medios descubren por arte de magia todas sus tropelías y hacen de él leña del árbol caído. Lo que no quisieron publicar en seis años se convierte en la gran noticia y el gran negocio una vez que el títere chantajeado ha perdido sus propiedades explotables.

 

¿Nos molesta que esto pase con cada Gobernador que sale? Preguntémonos dónde estaban los medios durante su gobierno, quién ocultó sus excesos, quién se beneficios de ello. Quizás entonces empecemos a entender por qué han llegado estos alfiles, quien los juega en el tablero y a dónde van a dar gran parte de los recursos que malversan.

 

Dos últimas acotaciones. Una: en este contexto de cleptocracia depredadora, no sólo los medios brillan. Muchos otros actores, casi todos los que tienen el monopolio de concesiones y contratos gubernamentales, juegan también en posiciones y con beneficios destacados. La otra: los intereses de los medios pueden explicar su silencio sobre los desmanes de los gobernadores durante su ejercicio, pero ¿cómo explicar el silencio del gobierno federal y su omisión de control?

 

@OpinionLSR

@LUISFARIASM