Dos temas rondan mi cabeza para escribir esta colaboración y considero que son importantes. El primero de ellos tiene que ver con la propuesta que hizo Jorge Castañeda para hacer una campaña en los Estados Unidos que hable bien de México y le ponga un freno a Donald Trump y a la serie de cosas que ha dicho contra México, los mexicanos y los migrantes en general. La segunda tiene que ver con lo acontecido en Oregon la semana pasada, donde murieron al menos 10 personas a causa de un tiroteo en una escuela; una historia ya muy conocida por varios, pero especialmente ilógica si se trata de entender desde un punto de vista racional. Aunque los dos temas no tienen nada que ver uno con el otro, creo que es importante hablar de ambos. Al menos, en la comunidad de profesionistas mexicanos en la capital de los Estados Unidos se habla de ello y mi intención es reflejar un poco lo que sucede allí.
En primer lugar, la propuesta de Jorge Castañeda me parece pertinente y por demás interesante. Creo que tiene razón y considero que no se equivoca cuando dice que hay muchos mexicanos que pueden alzar la voz y reflejar lo que está sucediendo de otra manera en el país. No todos los mexicanos somos violadores, ladrones o criminales. Hay otros, como quien escribe este artículo, que emigramos desde México a Estados Unidos de manera legal y que nos esforzamos todos los días por hacer bien las cosas; todo este esfuerzo de muchos (quizá millones) a veces pasa desapercibido. Creo que el ex Canciller tiene razón al afirmar que hay actores estratégicos que pueden revertir este sentir del otro lado del Río Bravo.
Quienes él propone me parece que son personajes de altura y estatura, que pueden aportar rumbo moral y social a una propuesta enteramente política y electorera, pero que lo único que ha causado es división y polarización entre la ciudadanía de los Estados Unidos. Quizá de manera compartida veo también los dos obstáculos que ya se han mencionado anteriormente por otros analistas: El costo (monetario) de dicha campaña, y en segundo lugar, la percepción de México –como país– se encuentra en un déficit de credibilidad en el exterior. Esta última imagen es difícil de revertir, especialmente por personas e individuos, cuando lo que se requiere es un cambio en las duras condiciones que la realidad impone día con día. No obstante creo que la propuesta es más que de tomarse en consideración y llevarla a cabo.
Por otro lado quiero comentar brevemente lo acontecido en Oregon: Una vez más hay una decena de personas que murieron a manos de un joven de 26 años que disparó en su contra. El agresor murió también después de un intercambio de fuego con la policía. Por supuesto no es la primera ni la última de éstas. La hipótesis es simple: No es que las personas tengan trastornos mentales, sino que tienen acceso a las armas. Así de sencillo, sin darle más vueltas. Pero la relación de Estados Unidos con las armas es algo que les fascina y los seduce, y por ende, su relación es más que ilógica. No se puede entender desde el punto de vista racional tampoco. ¿Cuándo va a cambiar esta situación? Probablemente no sea pronto porque el Congreso de los Estados Unidos no está dispuesto a modificar la legislación que les permite a sus ciudadanos tener armas. Para un país que se preocupa mucho por la droga, el tema de las armas parece tenerlos sin cuidado.
Una cosa tienen en común los dos temas que estamos tratando hoy en esta colaboración: La ilógica de las cosas. En el primer asunto, el rechazo de Trump y de muchos estadounidenses a la migración y a todo lo que es diferente es creciente. Tampoco sorprende. Y la fascinación de las armas en la Unión Americana –a pesar del daño que eso causa– parece también como surgido de un cuento de terror. No hay forma de describir la ilógica de algunas cosas. Quizá, lo que está detrás de ambos es el dinero; el dinero de los grandes productores y empresas de armamento, y el dinero de los grandes conglomerados como la compañía de Trump, que viven precisamente de la especulación y el espectáculo. Quizá la ilógica no lo sea tanto y tal vez solamente haya que mirar las cosas desde la perspectiva correcta para entender mejor el entorno y proponer soluciones más eficaces.