En un mañoso juego de palabras, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CONASAMI) anunció que su Consejo de Representantes acordó por unanimidad otorgar un aumento de 4.2% al salario mínimo para el 2016, por lo que en unos días más, el salario será de 73.04 pesos diarios.
La lógica de la CONASAMI dice que como el Banco de México (BANXICO) informó que la inflación para 2016 será de 3.0% pues que con el 4.2% de incremento, se tendrá una recuperación del poder adquisitivo con los 2,191.20 pesos al mes. Es decir, como si la diferencia de 1.2% fuera suficiente en los ingresos del asalariado.
Esta lógica es incongruente, porque siempre la inflación será superior al poder adquisitivo y cuando la competitividad no alcanza a moderar la voracidad de algunos empresarios, como la maquiladora norteamericana Lexmark en Ciudad Juárez, que ilegalmente retuvo el aguinaldo a sus empleados que pidieron ajuste salarial de tan sólo 6 pesos.
Desde 1976 a la fecha, el salario mínimo se ha reducido en 71% a nivel nacional, derivado de los distintos aumentos a la gasolina y que produce en espiral, un aumento en los precios de todos los bienes y servicios, incluidos los de la canasta básica, colegiatura, renta de una vivienda y manutención de los integrantes de una familia; a esto, bien podría aumentarse las distintas crisis económicas en dicho periodo, por ejemplo de 1976, 1982, 1988, 1994, 2000 y 2007, por citar algunas, que contribuyen a la merma del ingreso de un trabajador, por lo que el cálculo para su propuesta, se quedaría corto.
El salario mínimo general para 2015 es de 70.10 pesos diarios, lo que representa 2,103 pesos mensuales, cifra que contrasta con la línea de bienestar medida por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) y que a julio de 2015, dice que con 1,300 pesos mensuales por persona en zona urbana y 900 pesos en zona rural es que una persona satisface sus necesidades.
Por lo anterior, si usted vive en alguna zona urbana y devenga el salario mínimo, le sobran 800 pesos mensuales para satisfacer sus necesidades y las de su familia. Cualquier cifra inferior a estas corresponden a la pobreza.
Por lo que se refiere al ingreso, este quizá puede ser considerado el principal responsable de la pobreza, en la que no estamos bien. Por ejemplo, un informe de la Organización Internacional del Trabajo señala que en 2012, el salario mínimo en México era de 101.3 dólares al mes, por arriba de República Dominicana con 97.2 dólares mensuales y por debajo de Bolivia con 153.6 Chile con 132.3 o Nicaragua con 191.2 dólares, respectivamente.
El salario es integrante de una serie de satisfactores, como los servicios de salud, seguridad social, alimentación, vivienda y cohesión social, pero cuando CONEVAL dice que el 58.5 % no tiene seguridad social, 23.4% sin acceso a alimentación, 18.2% sin servicios de salud, 21.2% sin servicios básicos de vivienda, y que de 2012 a 2014 el número de personas en pobreza es de 55.4 millones de mexicanos, con una diferencia de 2 millones entre 2012 y 2014, algo no está bien.
Aquí, interviene la responsabilidad de los Gobernadores de las Entidades Federativas, cuando la Auditoría Superior de la Federación (ASF) afirma que los mayores desvíos de recursos se encuentran en los rubros presupuestales de salud, educación y seguridad.
Por tanto, la visión de que sólo del análisis del salario arroja el poder adquisitivo, es insuficiente y parcial.
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