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El primer vidrio roto y la justicia cotidiana

A cada problema cotidiano corresponde muy probablemente alguna insuficiencia institucional.

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Escrito en OPINIÓN el

Un conocido poema que se atribuye a Brecht (pero que al parecer es de Neimöller) comienza: “Primero se llevaron a los judíos, pero a mí no me importó porque yo no lo era”, posteriormente refiere acontecimientos trágicos hasta que quien narra es la víctima a pesar de no ser ni judío, ni sindicalista, ni comunista, ni socialdemócrata. En la vida social como en las tragedias suceden hechos o se realizan conductas que, de no ser atajadas a tiempo, crecen como una avalancha capaz de arrastrarnos a todos.

 

La “teoría de las ventanas rotas” tiene su atractivo en la explicación de que el vandalismo tiene un mayor desarrollo en situaciones en las que se tolera y no se pone remedios a tiempo. Si se rompe la ventana de un edificio deshabitado y no se repara es probable que termine con todas las ventanas rotas, o sea invadido y se convierta en guarida.

 

Los procesos de degradación, de afectación al tejido social, de inutilidad institucional suceden a partir de pequeñas cosas que al multiplicarse nos dan el estado de cosas que vemos todos los días.  En las últimas semanas del año pasado un conocido me contó que había sufrido el robo de un  vehículo y la forma en que fue tratado por la policía y el personal de una agencia del ministerio público de la Ciudad de México. Su narración era una mezcla de enojo y desencanto pues no solamente no pudo levantar el acta del robo sino que fue tratado como si él fuese el delincuente.  Es un ejemplo de la doble victimización cotidiana que vivimos los ciudadanos. No es solamente el daño que se sufre por la ilegalidad, sino que, además, quien debiera hacer cumplir la ley no lo hace. La injusticia sistemática inicia por la injusticia cotidiana.

 

Es altamente probable que en cualquier problema sistemático que observemos si indagamos sobre sus orígenes encontremos una primera falta que quizás pareció menor y posteriormente creció. En algún examen profesional al que fui invitado como miembro del jurado, la tesista presentó una investigación sobre el rebase de los topes de campaña por los partidos políticos. El seguimiento de los casos muestra cómo inició como un problema menor, de no más de una decena de miles  de pesos, la sanción del entonces IFE fue modificada por el Tribunal Electoral por considerar que era alta, los casos posteriores fueron de montos cada vez mayores en el rebase de los topes señalados.

 

La historia, más allá de los detalles muestra que las sanciones fueron ineficaces para atajar la práctica. En la psicología social la cuestión es doblemente significativa porque genera una pedagogía en la que quienes debieran ser los líderes (los partidos políticos) de una cultura de la legalidad generan una anticultura de la depredación y de la burla.

 

Los foros a los que pronto convocará el CIDE sobre Justicia cotidiana  pondrán en el foco de la discusión los problemas cotidianos y las dificultades para resolverlos. A cada problema cotidiano corresponde muy probablemente alguna insuficiencia institucional.  Los foros a la vez son una oportunidad para convocar a la inteligencia social. Los retos que enfrenta el país tienen, lamentablemente, pocas esperanzas para encontrar soluciones del status quo, los políticos, los partidos, parecen ser más parte del problema que de la solución.

 

En un horizonte profundamente aspiracional está el mejoramiento de las condiciones de vida, se requieren sin duda de las denuncias de lo que está mal, los testimonios de los nos sucede todos los días y también la imaginación para reconstruir.

 

“… Ahora me llevan a mí, pero es demasiado tarde”. Cierra el poema de Brecht.

 

 

@jrxopa