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El olvido de Mancera

La Asamblea Constituyente no tiene ni los tiempos ni los recursos para procesar un proyecto de este tipo.

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Escrito en OPINIÓN el

 

Nadie tiene la menor duda de que la constitución de la Ciudad de México fue un proyecto de Miguel Mancera y del PRD.  Sin embargo, desde su concepción, el plan se condujo con un enorme descuido e improvisación por parte del gobierno capitalino, incluso, amenazando con hacer fracasar una de las iniciativas políticas más importantes en la historia de esta metrópoli.  

 

Lo grave del asunto es que el gobierno de Mancera se mantiene prácticamente ausente en la operación y organización de los trabajos de la Asamblea.  Ya es una constante insistencia  entre los mismos constituyentes que Mancera y su gente  no previó la integración de recursos y apoyos institucionales indispensables no solo para el asegurar funcionamiento de la Asamblea sino para garantizar que este proyecto, que el impulsó, pueda concretarse con éxito.

 

Desde que la reforma constitucional se promulgó, Mancera no llevó a cabo ninguna acción para asegurar que la Asamblea llevara a cabo su tarea en un plazo de cuatro meses y medio previstos para sus trabajos.     

 

Apenas un mes antes de la instalación, el jefe de gobierno firmó un convenio con el entonces presidente del Senado, Roberto Gil, el que en la práctica se convirtió en un fiasco, pues a dos días de iniciar los trabajos, el Senado se echó para atrás y dejó a los constituyentes, literalmente, colgados de la brocha.   

 

La responsabilidad del Senado había empezado meses antes: un mal diseño constitucional impuesto desde esa Cámara en la legislatura anterior (la reforma se pactó en Senado y los diputados federales sólo avalaron los consensos) lo que provocó que la Asamblea Constituyente no tenga ni los tiempos ni los recursos para procesar un proyecto de este tipo. 

 

La reforma constitucional que le dio origen  consideró casi un mes de tiempo para que la Asamblea se instalara, aprobara su reglamento, eligiera a su mesa directiva y definiera sus comisiones de trabajo. Este tiempo, razonable para una legislatura de 3 años, consumió casi la cuarta parte del tiempo de una Asamblea prevista para durar cuatro meses y medio.

 

En el colmo, los propios constituyentes, que desconocían estas limitaciones, decidieron darse a sí mismos un plazo fatal para dictaminar hasta el 30 de noviembre más de 500 iniciativas y casi 300 propuestas ciudadanas, que deberán analizar sin contar con recursos humanos, técnicos o financieros para ello. 

 

Ya es un secreto a voces que si el proyecto logró salir a flote es en buena parte por el apoyo de la Cámara de Diputados a través de sus áreas de Servicios Parlamentarios, quienes en doble turno y a marchas forzadas le dieron viabilidad a los trabajos de la Asamblea. 

 

La última y nos vamos

 

Con la novedad de que cada vez son más los organismos internacionales que tienen a mexicanos dentro de su lista de nombramientos importantes. Esta vez se trata del diplomático Carlos Ruiz Massieu Aguirre, no se vaya con la finta del apellido, pues este mexicano es diplomático de carrera desde casi dos décadas y fue reelecto como Presidente de la Comisión Consultiva en Asuntos Administrativos y de Presupuesto (ACABQ) de la ONU, cargo que ostenta desde 2013.

 

 Esta comisión se encarga de asesorar a la asamblea en todos los temas administrativos y presupuestarios, y este funcionario, que desde hace 17 años se abre paso en el mundo de la diplomacia internacional, fue pieza clave para que el organismo saneara sus finanzas y gozara de una mejor rendición de cuentas.

 

Ello lo convertirá en el primer latinoamericano en presidir uno de los órganos más influyentes del Sistema de Naciones Unidas

 

Así las cosas…

 

@rominarr 

@OpinionLSR