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El mundo Árabe en llamas

El gobierno de Estados Unidos, bajo Barack Obama, no ha querido meterse demasiado en estos conflictos en el Medio Oriente.

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Escrito en OPINIÓN el

El mundo árabe está en llamas. Las imágenes de guerra en Siria, Iraq, Yemen y Libia son impactantes, sobre todo en Siria que tiene ciudades enteras destruidas, con millones de refugiados asentados en Turquía y Líbano y ahora haciendo el viaje hacia Europa para buscar asilo. Egipto otra vez tiene un régimen militar después de un periodo breve y conflictivo de democracia y los movimientos populares que afloraron en otros países como Bahrain, han sido aplastados.

 

Hace apenas cuatro años, la región vivió un auge de esperanza, que se llamó "La Primavera Árabe", en que hubo movimientos democratizadores en casi toda la región. Sólo en Túnez (Tunisia), cuya coalición de transición ha ganado el Premio Nobel de la Paz, quedan restos de esta esperanza. Ahí sí se ha consolidado una democracia plural e incluyente, con grupos seculares e islámicos que disputan y comparten el poder, no aún sin tener que enfrentar el desafío de una campaña de violencia de parte de grupos terroristas ligados a ISIL, la red ultra islámica que tiene su base entre Siria e Iraq. Pero en los otros países donde hubo momentos de esperanza, se han regresado los viejos grupos autoritarios a gobernar o se han caído en guerras civiles cruentas.

 

No hay soluciones fáciles a este problemática. En Siria e Iraq, Rusia, Estados Unidos, la Unión Europea, Turquía, Irán y los países del Golfo están todos participando ahora, de una u otra forma, en atacar a ISIL, el grupo fundamentalista que ha tomado control de gran parte de esos dos países y sembrado terror en otros. Pero cada gobierno tiene un objetivo y un plan distinto, y no es claro si pueden coordinarse o qué resultado tendrá. Rusia e Irán quieren expulsar a ISIL, pero apoyar al régimen de Bashar Asad, el dictador Sirio, mientras los otros quieren expulsar tanto a ISIL como a Asad.

 

Sin embargo, ahí también hay divergencias importantes. Estados Unidos y Europa quieren una transición hacia un gobierno plural, compuesto por kurdos y grupos seculares e islámicos moderados, mientras Turquía no puede ver ni en pintura a los rebeldes Kurdos, quienes tienen una relación estrecha con un grupo rebelde kurdo en Turquía, y algunos de los estados del Golfo preferirían un gobierno que incluya a otros grupos islámicos menos moderados también.

 

En Yemen y Libia estos esquemas de diferencias también se repiten, en mayor o menor grado, con diferentes países apoyando a distintos grupos en pugna. En Libia hay visos de una solución pactada entre los diferentes grupos, aunque no se sabe todavía que tan sostenible sea, pero en Yemen no hay ni sombra de un acuerdo para acabar con la guerra.

 

El gobierno de Estados Unidos, bajo Barack Obama, no ha querido meterse demasiado en estos conflictos en el Medio Oriente, después de la larga experiencia de fracasos de su país en intervenir en otros países de la región. Vladimir Putin de Rusia, mientras tanto, está viendo una oportunidad de reafirmar la importancia de Rusia en asuntos globales, después de muchos años de declive ruso como poder mundial, y está tomando una posición más activa en la región, lo cual quizás provoque una reacción más fuerte de Obama o su sucesor en la Casa Blanca en algún momento. Las rivalidades de la Guerra Fría regresan, por lo menos en esta región frágil, si bien no a escala global.

 

Mientras tanto, los países europeos están debatiendo qué hacer con cientos de miles de refugiados que están llegando de los países árabes. Gracias a las gestiones de Angela Merkel, presidenta alemana, los países de la Unión Europea han decidido recibir a más de un millón de refugiados de la región en los próximos años. Su eficiencia en tomar esta decisión por razones humanitarias es digna de respeto. Pero también habrán muchos cuestionamientos en las sociedades europeas sobre si pueden asimilar a tantos refugiados del mundo árabe y que debe ser la postura de Europa para dar fin a las crisis que genera esta migración, lo cual va a ir impulsando a los países europeos a meterse más en los conflictos del Medio Oriente.

 

Mientras en el resto del mundo, ha habido una proceso de contener y limitar las guerras,  y en muchas regiones como la nuestra, una tendencia también hacia la consolidación de la democracia como forma de gobierno, los países árabes están regresando a su pasado de dictaduras y guerras y se están volviendo el centro de un nuevo conflicto entre poderes mundiales y regionales para influencia y control. Nos acercamos al quinto aniversario de la Primavera Árabe con la pregunta de que si otros países seguirán el ejemplo esperanzador de Túnez (Tunisia) o se fracturarán terriblemente como Siria, y que harán los gobiernos regionales e internacionales para propiciar soluciones a las dinámicas en cada uno de estos países.

 

@SeleeAndrew