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El miedo, la impunidad otra vez

Para los afectados y los sobrevivientes, Jesús por ejemplo.

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Escrito en OPINIÓN el

Ayer hubo un simulacro como ejercicio necesario para el desarrollo de un hábito de prevención y como recuerdo de los 29 años del terremoto del 85. Si bien es una medida que como sociedad debemos apreciar no sucede lo mismo con las políticas de construcción y el respeto a los reglamentos. Después de tantos años hay zonas de la ciudad que no logran reponerse y muchas zonas que sufrieron los estragos donde, de manera irresponsable, cuando menos así parece, han levantado grandes edificios. Me refiero en particular a la Roma y la Condesa.

 

Ahí pueden verse edificios sobre Insurgentes (enfrente del maltratado y casi deshabitado Condominio Insurgentes), o edificios de seis o siete pisos en zonas donde no deberían de tener más de cuatro, más allá de lo que el reglamento dice, por simple precaución. Los terrenos que ocupaban casas unifamiliares son ahora edificios de veinte o más departamentos por torre, en un uso intensivo de la infraestructura de la ciudad. ¿Hay medidas para garantizar la seguridad? ¿Quién decide qué se construye y cómo? Espero que en este tema, que afecta a la sociedad en su conjunto, no seamos  objeto de la ambición, impunidad e irresponsabilidad, como sucede en muchos ámbitos de la vida del país y de la ciudad.

 

El miedo

 

Miedo es el que la Policía federal buscó el pasado 15 de septiembre en el zócalo, cuando sin miramientos "revisó" a los menores de edad, a quienes sus padres llevaron al grito: miedo como una estrategia ligada a la impunidad. Se trata de generarlo. Miedo a que no les guste cómo me veo, cómo me visto; miedo, a que si sonrío supongan que oculto algo; miedo a que si les levanto la voz van a buscarme algún delito por el cual me encarcelen; miedo pues las leyes son una liga que ellos estiran a su conveniencia; miedo a que si dos o tres personas opinamos algo nos vayan a "encapsular" y nos golpeen, o nos acusen de conspiración; miedo sobre todo a que atenten contra uno por el simple hecho de que tienen el poder y se saben impunes. ¿Ante quién acudimos? ¿Ante la CNDH? ¿Cómo, si quien está obligado a defendernos no lo hace?

 

El poder

 

El poder en la Ciudad de México es el de las bandas de chantajistas que pululan en el metro y que acusan a cualquiera de acoso, con la complicidad de los policías. Estos gobiernos, el de la ciudad y el del país iniciaron reprimiendo manifestantes y me pregunto ¿por qué deberíamos de creer en su vocación democrática? Los discursos de los dos gobernantes son muy similares y nada distinto a los pronunciados por los anteriores priistas o panistas del gobierno federal o los antiguos priistas de la ciudad. Capital social nos dicen que es la premisa del gobierno del Distrito Federal, mientras en las delegaciones los funcionarios hacen y deshacen a su antojo, como ya he señalado en el caso de la colonia Roma y la actividad de los transportes de mudanzas, las grúas y los “cuidadores” que en total connivencia o cuando menos indiferencia de las autoridades, actúan con impunidad absoluta.

 

¿Qué negocio y de quién es el mismo que permite que se estacionen ahí o que tengan base fija los transportes de mudanza? Capital social, nos dicen, y a discreción deciden cuándo y de qué hacer consultas ciudadanas mientras en otros casos, los más, son las decisiones de la autoridad las que se aplican. Las consultas ciudadanas como objetos manipulables: la propuesta del PRI para reducir legisladores es un claro distractor de los graves problemas nacionales.

 

¿Por qué no hacer una consulta para determinar los conflictos de interés? Resulta que ningún funcionario (por ejemplo Luis Tellez el hablantín, asesor de una empresa petrolera, que fue grabado cuando comentaba que Salinas se quedó con la mitad de la partida secreta) tiene conflicto de interés y por tanto puede ser nombrado como asesor independiente en PEMEX. Miedo e impunidad van de la mano y todavía nos falta, parece.

 

De pilón…

Sonora está en los medios y no por el gran desempeño de sus autoridades. Si Padrés, beneficiario del descrédito de la administración anterior por el incendio de la guardería ABC, ha aplicado una política contra una de las naciones más antiguas del país, los yaquis, no es a título gratuito sino por la lucha y persistencia de dicho pueblo por defender su cultura, su territorio y, sobre todo, el agua que surte a sus tierras, objeto de ambición en una zona desértica.

 

Tres temas que tienen que ver con uno, el agua: la contaminación del río Sonora, la presa en el rancho del gobernador y la detención y consignación bajo cargos absurdos de Mario Luna Romero, vocero de esa nación, una represalia  por su lucha en contra del acueducto Independencia que deriva agua del río Yaqui hacia el río Sonora y atenta contra la sobrevivencia de ese pueblo. ¿Impunidad? ¿Miedo?

Facebook: carlos.anayarosique

Twitter: @anayacar

 

(Obviedades es un ejercicio de reflexión que comparto con mucho gusto no para que estén de acuerdo sino para hacer conciencia de las contradicciones de un régimen… que puede ser cualquier régimen, no importa el partido, por supuesto.)