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El manto de la contaminación alcanza a la diabetes

A la ya de por sí agobiante lista de males, hay que incluir ahora los efectos de la contaminación atmosférica sobre la diabetes.

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Escrito en OPINIÓN el

Los descubrimientos de los daños generados por el aire contaminado avanzan con pasos firmes y seguros. Como ya se ha comentado en esta columna, la lista tradicional de daños que por mucho tiempo se enfocó en los sistemas cardiovascular y respiratorio, ahora ha sido ampliada para incluir a los impactos negativos que los contaminantes atmosféricos generan en el feto -al pasar por la placenta- y en la salud mental, específicamente en padecimientos como ansiedad, depresión, autismo y como un factor que contribuye en la comisión de suicidios. A la ya de por sí agobiante lista de males, hay que incluir ahora los efectos de la contaminación atmosférica sobre la diabetes.

 

De acuerdo con el estudio de María Rosalba Rojas et al, “Epidemiología de la diabetes mellitus en México”, del 2015, desde el año 2000 la diabetes mellitus es la primera causa de muerte entre las mujeres y la segunda entre los hombres en México. Sólo en el 2010, la diabetes fue la causa registrada de alrededor de 83,000 muertes en el país.

 

El Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) informa que la diabetes es un padecimiento en el cual el azúcar (esto es, la glucosa) que se encuentra en la sangre llega a niveles demasiado elevados. La razón principal es que el cuerpo no produce o no utiliza adecuadamente la insulina, la cual es una hormona que ayuda a que las células transformen la glucosa en energía.

 

El INSP alerta asimismo que la diabetes mellitus aumenta el riesgo de cardiopatías y accidentes cerebrovasculares (como la embolia), además de que en el largo plazo puede ocasionar ceguera, insuficiencia renal (por el daño al tejido de los riñones), impotencia sexual (por el daño al sistema nervioso) y amputaciones (por las lesiones que ocasiona en los pies).

 

Como suele suceder con muchas enfermedades, para esta se han identificado varios factores de riesgo que el INSP señala como la edad, la obesidad, el sedentarismo, la alimentación inadecuada, los antecedentes familiares y algunos factores genéticos. Sin embargo, todo indica que habrá que ir añadiendo un nuevo e inesperado factor: la contaminación atmosférica.

 

En efecto, un trabajo reciente de investigación publicado en la revista científica Diabetes por especialistas del Helmholtz Zentrum Münchenyy del German Center for Diabetes Research, indica que la exposición sistemática de personas clasificadas como prediabéticas -por tener deficiencias metabólicas con relación a la insulina- a ciertos contaminantes atmosféricos, incrementa el riesgo de contraer diabetes mellitus. Como lo mencionamos antes, habrá que ir añadiendo este mal a los muchos otros que ya conocemos a propósito de la exposición que padecemos con relación a la contaminación atmosférica.

 

Por este tipo de situaciones y otras, se revela la urgencia de revisar a la baja los límites actuales de las normas oficiales mexicanas relacionadas con los contaminantes atmosféricos, pues aunque en muchos casos simplemente no se cumplen, seguirán siendo la referencia para el diseño de las políticas públicas en materia de calidad del aire. Aunque la verdad es que los límites que tenemos actualmente están todavía muy lejos de los recomendados por la Organización Mundial de la Salud, el sentido de la responsabilidad social indica que hay que irlos moviendo de manera que esa distancia se vaya cerrando.

 

Entre las recomendaciones médicas convencionales para prevenir la aparición de la diabetes se incluyen las siguientes: cuidar la alimentación (alta en fibra, baja en contenido calórico y carbohidratos, baja en grasas saturadas y grasas trans, evitar refrescos), no fumar y realizar actividades físicas. Bueno, quizá es tiempo de ir añadiendo a la lista de recomendaciones la de cuidarse de la exposición a los contaminantes atmosféricos, lo cual seguirá siendo muy difícil en muchas ciudades de México, por lo que una alternativa es sumarse a la presión social para que las políticas públicas sean más efectivas en reducir la exposición de la población a dichos contaminantes.

 

@lmf_Aequum

@OpinionLSR