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El día siguiente

Estar frente a una boleta electoral es un acto de responsabilidad respecto de la forma en que se configuran los poderes en nuestro país.

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Escrito en OPINIÓN el

El día de ayer inició el periodo de veda establecido en el artículo 251, párrafos 3 y 4 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, en el que debe suspenderse por completo la celebración de actos de campaña y la difusión de propaganda electoral de los partidos políticos y de los candidatos. Son tres días en que los ciudadanos debemos reflexionar, fuera del bullicio de las campañas, sobre el sentido de nuestro voto.

 

Mucho se ha dicho sobre la forma en que los ciudadanos podemos o debemos ejercer nuestro voto. Campañas a favor de no votar, de anular el voto y las que invitan a votar y no anular el voto. La historia democrática mexicana, como de cualquier democracia, hace indispensable el ejercicio del voto por parte de los ciudadanos. La democracia se nutre de las decisiones de los ciudadanos expresadas, entre otros mecanismos, a través del voto.

 

El proceso electoral 2014-2015 ha sido el más complejo de nuestra historia. Reglas nuevas, el mayor padrón electoral en la historia con un listado nacional de más de 83 millones de potenciales votantes, el mayor número de impugnaciones y recursos presentados y las complicadas condiciones de seguridad en el país, han vuelto complejo este proceso. Es además, por mandato constitucional, un proceso en el que concurren 16 elecciones en las entidades federativas y la federal.

 

El descontento de la ciudadanía con las autoridades y con todos los partidos políticos es evidente. Las encuestas colocan a los partidos políticos entre las instituciones peor valoradas en nuestro país. Nunca, como hoy,  la ciudadanía está activa y manifestándose en contra de los políticos corruptos, de los funcionarios que actúan en la ilegalidad, de representantes a quienes, sabiendo que existe conflicto de intereses o tráfico de influencias, instalan sus despachos para litigar, cobrando cifras millonarias, en la misma esfera pública en la que ejercen sus responsabilidades públicas, decisiones políticas que se toman en los oscuro y siempre beneficiando a los intereses de los que las toman. El enojo es patente y encuentra sustento todos los días en la prensa nacional y en lo que en particular cada ciudadano enfrenta de manera cotidiana.

 

No podemos hacer a las elecciones rehén de los problemas del país. Las elecciones son la vía de manifestar nuestros intereses e inconformidades. Estar frente a una boleta electoral es un acto de responsabilidad respecto de la forma en que se configuran los poderes en nuestro país. ¿En realidad a los ciudadanos nos es irrelevante cómo quede constituida la Cámara de Diputados, los Congresos estatales de 16 entidades y de sus municipios y quién gobierne en 9 estados? Me parece difícil que a un ciudadano le parezca intrascendente quién toma las decisiones públicas que le afectan, sin mayor interés en incidir con su voto en aquellos que resultan electos para el ejercicio de un cargo público.

 

La etapa culminante del proceso electoral, la jornada electoral, está por empezar. El Instituto Nacional Electoral prevé instalar en todo el país casi 149 casillas, 6 mil más que en la elección de 2012, para lo que capacitó a más de dos millones de mexicanos que serán funcionarios de las mesas directivas de casilla. La mayor parte de éstas, casi el 80%, se instalarán en escuelas y lugares públicos. Todas las casillas deben instalarse en el país este 7 de junio. Como ciudadanos, no podemos permitir que nadie nos quite la posibilidad de ejercer nuestro voto. Es un derecho, pero también una obligación de los ciudadanos ejercerlo de manera libre, informada y razonada.

 

En estos días de reflexión debemos analizar con cuidado el país que queremos durante los próximos tres años. Si aún no conoces a tus candidatos, es tiempo de identificarlos, conocer sus trayectorias, en su caso, los partidos o coaliciones que los postulan y sus planes de trabajo y programa de gobierno. Debemos preguntarnos qué pasará al día siguiente de las elecciones, cómo amanecerá el país el 8 de junio.

 

Como ciudadanos tenemos que responsabilizarnos del rumbo que toma nuestro país. Es cierto, se requieren cambios, pero este no es el momento de hacerlos. Este es el momento de decidir qué proyecto o candidatura apoyar, a cuál sancionar, reconociendo el valor del voto para cambiar las condiciones políticas y de gobierno en nuestro país. Elecciones recientes en otros países con alta participación ciudadana en las urnas, España por ejemplo, tuvieron como resultado el empoderamiento de partidos nuevos, de ciudadanos que decidieron entrar a la política para cambiar las cosas, de pocas mayorías y de voto de castigo a los principales partidos políticos, que los tiene en la mesa en negociaciones con fuerzas políticas a las que antes ni siquiera volteaban a ver. La conclusión es clara: la ruta del cambio político pasa necesariamente por la del sufragio.

 

Votemos este domingo 7 de junio.