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Discurso político e imagen pública

¡Qué semana para Acción Nacional!

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Escrito en OPINIÓN el

Semana horrible para la imagen pública del PAN. Aunque no tendría que sorprendernos de un partido que ha tendido a meterse en problemas innecesariamente durante los últimos meses.

Primero un grupo de militantes y simpatizantes decidieron crear, con gran entusiasmo y un declarado espíritu “nacional-humanista”, el Movimiento Nacionalista Mexicano del Trabajo, pomposo membrete para lo que a fin de cuentas no es sino una agrupación filonazi. La cual es descrita por sus miembros como una organización política orientada a “proteger a las familias tradicionales, a la religión católica-cristiana, a los micro, pequeños y medianos empresarios, y reescribir la historia por medio del revisionismo”.  Por supuesto, con reivindicación de raza aria (en un país de mestizaje), fanatismo religioso, homofobia y antisemitismo de por medio.

Mas allá de esta bufonada encabezada por un grupo de neonazis región cuatro, ataviados en disfraces mas propios para una noche de brujas, y cuyo mérito consiste en repetir un conjunto de frases hechas y retórica vacía, el problema que enfrenta el PAN es que a pesar de haberse deslindado inmediatamente de esta organización y que diversas voces pidieron su expulsión del partido, estos incidentes alimentan ante la opinión pública la imagen de un partido intolerante, anclado en una ideología tan conservadora como retrógrada. Lo cual está muy lejos de reflejar la composición del PAN en la actualidad.

Como cualquier otro partido en el México democrático, el PAN consiste en una amalgama de grupos y visiones políticas e ideológicas, nada más lejano que el predominio de  concepción unidimensional en torno a los asuntos públicos. Y sin embargo, la irrupción de una organización de jóvenes neonazis puede empañar su imagen porque el mismo PAN, y en especial su dirigencia, no ha sido capaz articular un discurso democrático liberal que afirme coherentemente una visión plural y termine por erradicar, de una vez por todas, cualquier signo de intolerancia en sus filas.

Tal vez el caso mas emblemático lo representa su posición en torno a la diversidad sexual y los matrimonios entre parejas del mismo sexo. Como no pensar que en el PAN predomina una concepción decimonónica del mundo, cuando se respalda e impulsa la creación de una comisión legislativa para la familia y el desarrollo humano, la cual además de resultar francamente irrelevante, pues existen otras comisiones que sin problema pueden legislar en la materia, tiene como objetivo principal descalificar a aquellas familias identificadas como no “tradicionales”. La cruzada moralista y la exclusión por encima de la función legislativa.

Algunos liderazgos se han distanciado oportunamente de esta visión del mundo, como el senador Roberto Gil, quien con toda razón señaló que no corresponde a los legisladores determinar qué es o quienes conforman una familia. Sin embargo, ¿cuál es la posición del partido al respecto? El problema es que no hay una posición clara ni un rechazo contundente ante lo que es discriminación pura y dura. Hasta el Papa Francisco avanza con mayor decisión para erradicar la discriminación por motivos de preferencia sexual. Y es esta falta de definiciones, el coqueteo con visiones maniqueas y excluyentes, la ambigüedad de su discurso político, lo que alimenta la imagen de intolerancia.

Algo similar ocurre con el caso de dos ex asambleístas del DF detenidos en Brasil acusados de asalto sexual y lesiones. Si bien un partido político no puede responsabilizarse de la conducta de sus miembros en sus actividades privadas, hay una contradicción insalvable cuando se coloca la defensa de la familia en el centro de la agenda partidista y al mismo tiempo sus militantes son acusados de acosar a una mujer y agredir físicamente a su marido.

La dirigencia panista entendió el daño que este incidente podía generar en la imagen partidista y de inmediato condenó los hechos. El jefe de la delegación Benito Juárez, empleador de los presuntos acosadores, en la misma lógica del control de daños, se vio obligado destituirlos, usando como justificación la imposibilidad de que regresen a tiempo de sus vacaciones. Sin embargo, nuevamente la ambigüedad discursiva reduce la credibilidad de las decisiones tomadas.

Otro golpe a la imagen del PAN procedió de un frente distinto, el dictamen de las leyes secundarias sobre telecomunicaciones. Cuando a lo largo de meses el PAN había venido impulsando reformas institucionales profundas, argumentando la necesidad de erradicar monopolios, abrir  a la competencia sectores como las telecomunicaciones y la energía y proteger los derechos de usuarios y consumidores, el debate legislativo en las últimas semanas deja la impresión de que al final los compromisos con los intereses monopólicos se impusieron sobre la competencia y los derechos de los usuarios.

Señala Mony de Swaan con relación al dictamen aprobado por las comisiones dictaminadoras: “Lo que así se construye es un atropellado texto lleno de artículos a modo, con dedicatoria, claros favores y perdones, envueltos para regalo” (Reforma Telecom: poderes salvajes y poderes ausentes”. (Enlace). Esta visión coincide con lo que han venido advirtiendo especialistas, organizaciones sociales e incluso diversos legisladores: los intereses corporativos están influyendo negativamente en la redacción del dictamen y distorsionando con ello el sentido original de la reforma constitucional.  

Al PAN le costará mucho trabajo revertir la percepción de que al final se dobló y terminó por ceder a los intereses de las televisoras y a la agenda presidencial. Una parte del problema han sido las profundas divisiones internas, pero sin duda la dirigencia nacional tampoco ha tenido la capacidad para articular las posiciones de sus legisladores de acuerdo con una estrategia de partido y, en consecuencia, para definir un discurso político común coherente en un tema de trascendencia nacional.  

La dirigencia recientemente reelecta se enfrenta al reto de reunificar un partido dividido por los conflictos internos, pues un partido fragmentado en pequeños grupos de interés confrontados no puede ser una oposición fuerte. Pero de igual forma, para constituirse como una oposición viable, requiere reconstruir un discurso ahora incapaz de articular razones públicas ante escándalos de corrupción, timorato al momento de enfrentar expresiones de intolerancia o incoherente al momento de justificar sus decisiones legislativas. El PAN necesita un nuevo discurso público, urgentemente.

@ja_leclercq