La depresión es una enfermedad que provoca angustia mental y menoscaba la capacidad de las personas para llegar a realizar tareas cotidianas, con consecuencias negativas en las relaciones familiares, sociales y laborales. http://bit.ly/2mbTZo0
Alrededor de 322 millones de personas padecieron desórdenes depresivos en el 2015, es decir, más del 4% de la población mundial, y cuando no es tratada adecuadamente esta llega a convertirse en una discapacidad.
En lo que respecta a México, son alrededor de 10 millones de personas las que la padecen, siendo uno de los países con mayor prevalencia de casos clínicos reportados, y con menor avance en la búsqueda de atención.
La depresión se presenta en cualquier edad, de acuerdo con investigaciones del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) se reveló que un 27% de la población estudiantil, en edades de entre 14 y 19 años, presentaron sintomatología depresiva.
Por otro lado, el programa de Investigación en Psicología del Envejecimiento, Tanatología y Suicidio de la UNAM, estima que el 70% de los adultos mayores tiene depresión.
Ambas investigaciones coinciden que en todos los grupos etarios, son las mujeres 1.5 veces más propensas que los hombres a sufrir un trastorno emocional.
La percepción negativa de uno mismo y su entorno, tanto emocional como cognitivo, produce un sentimiento de desesperanza sobre sus logros presentes y el futuro que les espera.
Otros factores, tales como la violencia intrafamiliar, el consumo de alcohol y drogas, contribuyen a intensificar los problemas depresivos, que eventualmente pueden derivar en suicidio. http://bit.ly/2o56Lnl
Lo anterior, es una situación preocupante debido a que menos de un 20% de quienes padecen depresión acuden por ayuda, y de ese grupo sólo la mitad recibe la atención necesaria por parte de los servicios de salud. http://bit.ly/1IZfTjL
Determinar un cuadro clínico depresivo sólo lo puede realizar un profesional de la salud mental, pero los síntomas más característicos de este estado son la pérdida de energía, los cambios en el apetito, trastornos del sueño, disminución de la concentración, ansiedad y pensamientos de autolesión.
Puede parecer que a veces sólo es tristeza, porque a pesar de que todavía sonreímos con los amigos o salimos a trabajar, esos sentimientos de inquietud, de indecisión, de inutilidad o culpabilidad persisten, y sólo se prolonga.
El primer paso a la sanación es hablar con alguien al respecto, aún existen estigmas y prejuicios en torno al tema, pero cuando se visibiliza en todos los entornos, damos pie a una educación sobre los trastornos emocionales, pero sobre todo, a plantear políticas públicas que socialicen los efectos que tienen en la calidad de vida de las personas.
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