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¿De verdad es el fin de la CNTE?

La CNTE no es un poder fáctico encargado de educar a los niños mexicanos.

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Escrito en OPINIÓN el

Sería ocioso negar que luego de la desaparición del IEEPO en Oaxaca, la mafia conocida como CNTE vive uno de sus peores momentos.

 

Es decir, que con la ayuda del gobierno federal, el gobierno de Oaxaca le arrebató a la Coordinadora de Trabajadores de la Educación el control no sólo de la educación, sino del magisterio y del dinero destinado al pago de los maestros.

 

Con ello, los gobiernos federal y estatal, cortaron el cordón umbilical que mantenía gordos y bien alimentados a un puñado de líderes de la CNTE que se habían convertido en caciques de la educación y dueños de un feudo que regenteaban a placer.

 

Dicho de otro modo, que la CNTE estiraba la mano para obtener los miles de millones de pesos destinados a la educación de Oaxaca, mientras que usaba ese dinero para el activismo político guerrillero y callejero. ¿Y la educación?

 

La educación de los niños de Oaxaca y de buena parte de los niños de Michoacán, Guerrero, Chiapas y el Distrito Federal no le importa a nadie.

 

¿Por qué?

 

Porque la CNTE no es un poder fáctico encargado de educar a los niños mexicanos. No, la CNTE es un poder político, faccioso y guerrillero, que vive del dinero público y cuyo fin último es destruir al Estado mexicano.

 

Sin duda que resultó exitosa la maniobra de los gobiernos federal y estatal para acabar con ese círculo perverso. Sin embargo, estamos lejos de poder asegurar que asistimos al final de la mafia conocida como CNTE.

 

¿Y por qué estamos lejos?

 

Porque el negocio de la CNTE, como el del crimen organizado y como el negocio de la corrupción, son empresas infinitas, que nunca se acabarán y que no serán abandonadas por quienes han probado que medrar del dinero público –mediante chantajes, marchas, plantones, amagos y hasta secuestros–, es uno de los mejores negocios del mundo.

 

En efecto, el pasado 12 de octubre –Día de La Raza– fracasó rotundamente el llamado “paro nacional” a que convocó  la CNTE. En efecto, la convocatoria fue atendida apenas por menos del 5% del magisterio de todo el país.

 

Sin embargo, ese 5% es el de los líderes, los caciques y los terratenientes de la educación. Y esos líderes no dejarán el negocio fácilmente.

 

Por lo pronto ya establecieron vínculos –evidentes a los ojos de quien lo quiera ver–, con los grupos clandestinos como el EPR, al que también financiaba la CNTE, además de establecer un pacto político con el partido propiedad de AMLO; Morena.

 

Sería ingenuo suponer que por decisión divina la CNTE abandonará el negocio de su vida, sería ingenuo creer que sus líderes –muchos de los cuales se han enriquecido con el fraude a la educación– estén dispuestos a abandonar las carretadas de dinero y regresar al aula en calidad de modestos profesores.

 

No, la pandilla que convirtió a la CNTE en una mafia buscará todos los aliados necesarios, todos los acuerdos políticos, y todos los pactos que requiere para mantenerse pegado a la ubre del dinero público.

 

Al tiempo.