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De la imaginación y la memoria

El amor por la lectura y los buenos libros me fue inculcada desde que tengo memoria, y como mi memoria se hizo presente alrededor de los cuatro años, recuerdo cómo a esa edad mi hermana –quien es 12 años mayor que yo–, me leía algunos relatos y fábulas, y más tarde y en la medida de nuestras posibilidades mi madre me compraba cada semana ciertos ejemplares de la literatura universal en adaptaciones para jóvenes, que yo “devoraba” ávidamente.

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Escrito en OPINIÓN el

Con el paso de los años fui adquiriendo un gozo selectivo que me permitió conformar a estas nóveles alturas de mi vida una biblioteca cercana a los 10 mil ejemplares… y sumando, y es que ya fuera una novela, un libro de historia, un ejemplar sobre una materia especializada o simplemente poemas, el libro siempre ha sido un excelente pasatiempo dentro de mis actividades cotidianas.

Sin embargo, siempre fui muy reacio en lo que se refiere a leer libros catalogados de superación o los nombrados de autoayuda. Recuerdo cómo a mis escasos 12 años, durante mi primer nivel de escuela secundaria, mi profesora –quien por cierto fue la misma que se encargó de contarme esas fábulas en la niñez y que por extraños vericuetos de la vida ahora era mi maestra en aquella etapa–, nos pidió en la clase leer una obra de un autor por aquellos años muy comercial y difundido entre la sociedad… un autor de best sellers.

No quiero entrar en la discusión porque no es el tema central, pero la definición literatura no forma parte de ese ámbito; también comprendí con el paso de los años que esta clase de libros –que me negaba tan siquiera a hojear– no están interesados en formar parte de la bien llamada literatura universal, ¡no!, su función es otra, no buscan ese nicho.

Tras varios años de buena lectura he obtenido, sin duda, la capacidad de reconocer los buenos libros, hable de lo que hable la obra en cuestión, ya sea novela, prosa, o de “superación personal”  y es que la literatura nos brinda la posibilidad de viajar a múltiples sitios ya sean reales o concebidos desde la imaginación, asimismo la lectura nos permite adquirir conocimiento que sin duda a lo largo de nuestra vida ocuparemos de una forma u otra, o bien algunos ejemplares nos abren una nueva visión para realizar pequeñas modificaciones en nuestras actividades diarias a fin de alcanzar grandes beneficios tangibles como seres humanos a corto, mediano o largo plazo .

Gracias a la lectura podemos adquirir un lenguaje sencillo, fluido y franco e inspirarnos –en algunos casos– para aplicar sabios consejos y probablemente llegar a ser gente de éxito, empuje, confianza y perseverancia.

¡Sí!, la lectura nos brinda un sinfín de posibilidades, nos revela un mundo al alcance de cualquier persona que tenga la capacidad de pensar, la energía para trabajar y la confianza para superar obstáculos que puedan parecer insuperables, y aunque si bien es cierto que los libros no nos brindan en la inmediatez el tesoro con el que de la noche a la mañana seremos hombres y mujeres de éxito, sí nos descubren el camino más seguro para alcanzarlo fomentando una visión crítica y de valores, tan necesaria en nuestras sociedades.

Es así, con este texto, como rememoro mi gusto por la literatura y la buena lectura, y es que no es necesario que celebremos el Día Nacional del Libro (12 de noviembre) o que inicie una cruzada nacional de lectura, este tema es fundamental trabajarlo durante los 365 días del año, con el firme propósito de alcanzar mejores niveles de aprendizaje dentro de este ámbito.

Recordemos, que fomentar la lectura nos abre la mente y nos afirma los pies para alcanzar sanos objetivos avivando la imaginación, como bien dijera Jorge Luis Borges: “De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria”… infinita.

 

@plumavertical