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Cine y Memoria

En esta semana nos llenamos de memorias de lucha y vida, es el momento perfecto para preguntarnos: ¿qué tipo de futura película estamos protagonizando nosotros?

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Escrito en OPINIÓN el

Esta semana que pasó, como cada inicio de octubre que recuerdo, la consigna “no se olvida…”, salió de su letargo y avivada por la discusión mediática y política del nuevo reglamento del IPN, saltó a tomar las calles, al menos figurativamente. Y como cada año por estas fechas, yo recuerdo algunas películas que reflejaron movimientos sociales o momentos históricos que me marcaron al verlas. 

 

Por supuesto que la primera que me viene a la mente es la más famosa realización mexicana que aborda  la matanza de Tlatelolco, Rojo Amanecer (Fons, 1990).  El mayor mérito de ésta producción no reside en la calidad actoral o de producción, ni siquiera en la historia que aborda con timidez el hecho de la matanza y la convulsiva situación social que México sufría unos días antes de la Olimpiada del 68. Su valor reside en el hecho de que fue la primera vez que un producto de este tipo se lanzaba en el cine nacional, en que se atrevió a poner la memoria  del suceso en el cine.

 

Obvio que hubo intentos de censura y miedos justificados entre actores y producción, pero eso no impidió que los VHS (¡qué tiempos aquellos!) pasaran de mano en mano  y todos los chavos y adultos de entonces nos juntáramos en grupos a verla frente a nuestros televisores con un sentimiento de excitación y leve temor al juntarnos como si fuéramos parte de una conspiración contra el estado autoritario que nos gobernaba.

 

Y es que el cine, lo sabemos muy bien, no es sólo parafernalia y efectos especiales o historias edulcoradas donde chico conoce a chica y….todos sabemos cómo terminará. El cine, en poco más de un siglo, se ha constituido en un importante documento de reflexión y memoria de lo que sucede en nuestro mundo. Y es que la naturaleza plástica y flexible de este medio le permite ser muchas cosas: entretenimiento, creación, escape, exploración y memoria histórica.

 

Muchos directores han buscado inspiración en sus historias nacionales, personales o comunitarias y, al igual que Fons en Rojo, entregan a las audiencias piezas que nos permiten reflexionar sobre tiempos de crisis y nuestro accionar ante ellos.

 

Entre mis Favoritas se encuentra tres de muy diferente origen, temática y manufactura.

 

La primera de ellas es Persepolis (Paronnaud y Satrapi, 2007), una animación que nos lleva al revisar la vida de Marjane y su visión de los sucesos de su Irán natal desde 1978 con una perspectiva femenina crítica y divertida. En esta película se revisa la estupidez rampante entre los extremos que luchan por controlar a Irán desde mediados del siglo XX y las consecuencias que para la protagonista y su familia tiene los ires y venires de la política y la religión. Una pieza artística  mayormente en blanco y negro que a pesar de ser un comic llevado al cine tiene una crudeza en su visión que solo puede darse cuando vives en medio de un holocausto y tratas de mantener tu memoria e identidad a pesar de ello.

 

Ver Trailer Persépolis

 

La segunda y tercera películas son revisiones históricas de sucesos del último cuarto del siglo XX  en algunas latitudes de nuestro continente. El caso de  La Historia Oficial (Puenzo, 1985) es  muy especial, aborda la historia nacional de la Argentina, aún viva y palpitante hasta nuestros días, aportando además una alta calidad histriónica y de oficio cinematográfico. Al punto de ganar en su momento el Oscar a la Mejor película extranjera y el premio del jurado en Cannes.

 

La trama nos lleva a acompañar a  Norma Alendro, que  personifica a Alicia, una mujer  porteña de clase media acomodada que  vive en una hermosa y bien construida burbuja que la protege de la realidad de su país, el que apenas acaba de dejar atrás las dictaduras militares y tiene que enfrentar el hecho de que cientos de niños fueron arrancados de sus familias de origen antes de su asesinato y regalados a altos mando militares y personajes de la oligarquía. La transformación de Alicia la lleva a darse cuenta que su propia hija adoptiva es una de esas inocentes víctimas y debe decidir qué hacer. 

 

 

Ver Trailer La Historia Oficial

 

 

La última película que comentaré hoy, la más reciente de todas, es NO (Larraín, 2012). Dentro del marco de la dictadura pinochetista se nos presenta el trabajo de un hombre que es el centro y motor de la campaña por el NO en el referéndum que decidiría la continuidad o muerte política del régimen dictatorial.

 

Y éste hombre, encarnado por Gael García, no era un activista, guerrillero o político sino un publicista que logró convencer a toda una nación de la necesidad de un cambio radical por medio de la vía de los anuncios y la mercadotecnia.

 

 

Créditos de la película

 

Las cuatro piezas cinematográficas tienen un punto común a pesar de sus tratamientos, ideas y técnicas tan diversas que las conforman: el cine es memoria y debe ser realizado pensando en quiénes lo verán en los años y décadas por venir.

 

En esta semana nos llenamos de memorias de lucha y vida, es el momento perfecto para preguntarnos ¿qué tipo de futura película estamos protagonizando nosotros?

 

Twitter: @HigueraB

eduardohiguerabonfil@gmail.com