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Cantinflas: Un icono nacional

El actor Mario Moreno, se convirtió en una especie de patriarca intocable, siempre serio detrás de su saco, su cuello de tortuga y sus lentes oscuros.

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Escrito en OPINIÓN el

¿Qué ocurre cuando le menciono algunos nombres como Janis Joplin, Charles Chaplin,  Alfred Hitchcock, Luis Buñuel, Harry Potter, Pelé, Drácula, Muhammed Ali, Lázaro Cárdenas o Clark Kent? El punto de unión de todos estos personajes, reales o ficticios y sin importar su campo de trabajo, es que son iconos. En otras palabras se han vuelto referentes para todos nosotros a lo largo de los años. Y eso mismo es lo que sucede cuando hablamos de Cantinflas.

 

 

El estreno nacional de la película Cantinflas (Del Amo, 2014), ha arrojado una luz nueva en la percepción que muchos teníamos del famoso peladito que con su disparatado hablar y su desparpajo hacía las delicias de chicos y grandes antes, durante y después de la época de oro del cine nacional. Y es que el personaje, a diferencia del otro vago inolvidable creado por Chaplin, supo adaptarse a los tiempos cambiantes y continúo vigente por décadas, ya sea en la pantalla de plata o por las retrasmisiones que los canales de televisión realizaban de sus películas pero había sufrido la mella propia de una carrera tan larga.

 

¿Y eso hace de Cantinflas un icono?, bueno sólo parcialmente. Otra de las partes que lo transformaron en uno de los referentes obligados de los mexicanos, como parte de nuestra cultura nacional o de nuestra imagen ante otros, fue que su alter ego, el actor Mario Moreno, se convirtió en una especie de patriarca intocable, siempre serio detrás de su saco, su cuello de tortuga y sus lentes oscuros. Una imagen de un mexicano exitoso que conservaba la sobriedad en su vida personal, pero que también tuvo que pagar su cuota ante los años.

 

 

 

El golpe final en su transformación icónica, como suele suceder en esto casos, ha sido el cambio generacional, que ha aportado una profunda revalorización del trabajo actoral y de su significado. Y eso a pesar de los escándalos que sufrieron ambos, personaje y celebridad, a la muerte física de ambos.

 

Y es que tras la muerte de Mario Moreno, mucha gente pudo atestiguar las terribles batallas legales que se generaron para controlar los derechos y propiedad de 32 películas protagonizadas por el famoso merolico cinematográfico. La imagen inamovible de Mario Moreno y sus devaneos con mujeres y el poder también parecían manchar su legado de forma definitiva, quitándonos ese gusto ingenuo por su comedia.

 

Y sin embargo todos, y lo digo en serio TODOS, nos entusiasmamos cuando el año pasado se dieron a conocer los primeros clips y las noticias de la cosecha de  triunfos a lo largo de varios festivales no hicieron más que aumentar esa expectativa. Tal parecía que todos queríamos, o necesitábamos, despertar esa inocencia mágica que alguna vez fue el sello del cine que Cantinflas protagonizaba.

 

Y el martes de preestreno me da la razón. Más de 13 millones de pesos recaudados en la taquilla en ¡un único día! habla de salas abarrotadas y de un público que desea ver una película y en este caso entrar en contacto con esa parte de ser mexicano que quizá hemos olvidado un poco en estos tiempos aciagos: la parte alegre, pícara, sinvergüenza pero bienintencionada, esa que es todo juego de palabras y de vida.

 

Y la película, protagonizada por un magistral Óscar Jaenada (¡un catalán que encarna a Cantinflas!), es digna de verse. No sólo cuenta con un actor de primera que interpreta magníficamente a los diametralmente opuestos aspectos de la vida del personaje y su creador, sino que cuenta con una excelente producción, dirección y fotografía.

 

 

Es un paso más del icono nacional de la comedia, andado ahora de forma póstuma, que se consolida al ser contada su historia con sinceridad y sin demasiadas concesiones a quien era Mario Moreno y qué era su personaje, mucho más famoso que él mismo.

 

De hecho las únicas críticas que he escuchado se refieren al hecho de que Jaenada sea de una nacionalidad diferente a la de su personaje, lo cual es ridículo en extremo.

 

Si seguimos esa mentalidad  Chaplin no podría haber sido interpretado por Robert Downey JR  o Dolores del Río a María Candelaria, y así podríamos seguir con los ejemplos, hasta el infinito.

 

En verdad, sin demeritar ninguna otra producción de nuestro país, me parece que es una sabia decisión por parte de la Academia mexicana de Ciencias y Artes Cinematográficas haber elegido esta película para competir por el Oscar a la mejor película extranjera. Es una producción grande, muy del estilo que gusta en los USA, con grandes actuaciones en casi todo el elenco y sobre todo, es una biografía de un icono, algo que siempre pega muy bien allende el Río Bravo.

 

En lo personal, a mí me ayudó a rescatar un aspecto de lo que somos o hemos sido durante tanto tiempo, y eso significa que conectamos la historia en la pantalla y yo. Algo que por si misma hace icónica una película y a su personaje, sin importar la temática o la trama.

 

Y ahí está el detalle del cine, ¿o no?

 

@HigueraB