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Buenos, malos y pésimos padres

Sí, mi papá es raro. Se pone así cuando escribe: Stand by Me, Reiner, 1986.

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Escrito en OPINIÓN el

Por supuesto que la vida cambia cuando un hombre decide ser padre. Y con esto me refiero a aquel individuo que realiza el acto consciente de aceptar la responsabilidad abrumadora  de educar, cuidar y cultivar una nueva persona mientras deja que su vida se inunde con uno de los mayores y más complicados amores que se puede tener: El que un padre siente por sus peques.

 

La paternidad, debo aclarar, no es siempre biológica o genética. Hay muchos sementales que van por la vida desperdigando su prole, pero que nunca alcanzan el título de padres, pues para merecer el título, a mi parecer, se debe querer querer, y decidir a volcar tu vida sobre los hijos, sin importar su origen. El padre no nace, se hace.

 

Toda esta reflexión acerca de mi propia condición me lleva a recordar a los buenos, malos y pésimos padres del cine que me han marcado de una forma u otra, y ya que estamos  a un día de la celebración de cada año creo que el cliché es aceptable.

 

Los buenos

 

Hay muchos ejemplos cinematográficos de buenos padres que son capaces de todo por sus hijos pero me quedo con dos en esta ocasión. Cada uno proviene de diferentes tipos de historia, pero muestran lo profundo que el amor paterno puede llegar a ser, incluso a motivando el propio sacrificio con la esperanza de salvar algo de la pureza o el amor que los padres vemos en nuestros pequeños.

 

El primero (y uno que varias mujeres, desde mi jefa editorial de La Silla hasta mi esposa, recordaron como un gran padre del cine) es el magnífico Daniel Hillard.

 

Ya sé, así nadie lo reconoce y en parte por eso me gusta.

 

El personaje, encarnado por Robin Williams, se transforma en el verdadero protagonista de la historia al crear a la fabulosa Mrs. Doubtfire (Columbus, 1993), una nana que se hace cargo de los hijos de Hillard. Para mí lo mejor de esta historia no son los chistes del difunto Robin o el excelente maquillaje con el que lo caracterizan como la nana inglesa que cuida a tres chicos. Para mí el gran fondo emocional de la película radica en que el papá ama tanto a sus hijos que es capaz de anularse y ceder su lugar a su creación, una mujer que los cuida cuando la ley y su expareja no se lo permiten. De Hecho creo que la película debería llamarse Mr. Hillard.

 

El otro ejemplo paterno proviene de una de las historias más crudas que se han filmado en los últimos años y el actor responsable de darle vida fue Viggo Mortensen. Por supuesto que me refiero a el padre solo conocido como “Man” en  The Road (Hillcoat, 2009). Aunque la película adeuda mucho con la novela del extraordinario  Cormac McCarthy se conserva el amor obsesivo e idealista con el que el hombre –el padre- cuida a su hijo en un mundo que aparentemente no tiene salvación. Los ideales que le trasmite sobre el bien y el mal, la imagen de los portadores de la luz y su remordimiento por dejar solo  al chico en un mundo de horrores permanentes nos dejan una lección que hace que el estómago se haga un nudo y las lágrimas nos salten casi sin control.

 

Los malos

 

Primero hablemos de los malos sociales, padres amorosos a su manera pero que constituyen un peligro para otras personas. Por supuesto, el mejor ejemplo que el cine a ha dado de este tipo de padre lo encontramos en The Godfather (Coppola, 1972). Vito Corleone es un despiadado jefe de la mafia neoyorkina que sueña con salvar al menos a su hijo pequeño del mundo que él mismo ha creado. Y cuando no lo logra se erige en el pilar en el cual su Micheal, nuevo Don de su familia, se apoya para lograr el máximo poder en el ambiente criminal.  La dualidad del personaje fascina y aterroriza al mismo tiempo.

 

Ahora abordemos a los padres malos con sus descendientes, aquellos que pueden torturar por amor a sus hijos con tal de lograr lo que deseen. Por supuesto que Anakin Skywalker es un gran ejemplo de esto -capaz de cortarle una mano a su hijo con tal de acceder al poder total-  y es mi elección de este día. Honestamente, ¿quién de nosotros no hemos pensado en algún momento u otro que nuestro papá es un tirano sin alma?...y a Luke le ocurrió de forma literal.

 

Además del mencionado corte de mano, el papá de la armadura negra y el sable de luz rojo tiene incontables pruebas de su maldad: Mata a un comandante corelliano con sus propias manos, asesina padawans en el templo jedi, mata a los Tusken Raiders e incluso ataca con un TIE Figther a su propio hijo en las secuencias finales del episodio IV. Creo que eso lo califica como torturador y asesino, pero ¿y el amor?...bueno él salva a Luke del emperador, suficiente para mí.

 

Los pésimos

 

Bueno aquí hay uno que no puede ser vencido: Homero Simpson… y basta con decir su nombre, ustedes imaginen el resto.

 

Para cerrar sólo me resta decir que me siento feliz de que el cine y la vida real han ido revalorando a los padres poco a poco desde hace unos 10 o 15 años. Ya no somos esa figura lejana sin sentimientos, que sólo imponía el orden con violenta autoridad.

 

Ahora los padres estamos peleando porque nuestro lugar (en la pantalla y en nuestro diario vivir) sea reconocido a la altura del que ocupan las mamás. Un lugar donde, espero, podremos criar mejores hombres. Seamos desafiantes y luchadores ante las circunstancias tal y como Will Smith en The Pursuit of Happyness.

 

Felicidades, compañeros de este viaje increíble.

 

Final cut

Ganaste, jajajaja. Saludos M.

 

eduardohiguerabonfil@gmail.com   @HigueraB