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Brasil: La duda razonable

Dilma Rousseff y sus colaboradores señalan que se trata de un verdadero golpe de Estado.

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Escrito en OPINIÓN el

El quinto país más grande del mundo está inmerso en un proceso jurídico-político catastrófico. La primera mujer que gobierna Brasil, Dilma Rousseff enfrenta un juicio de destitución singular. El indicio con que están sustentando dicho proceso se refiere a un “crimen de responsabilidad”; se le imputa haber solicitado préstamos estatales para ocultar déficit presupuestario, además de reforzar las finanzas de su campaña de reelección de 2014.

 

Sus detractores denuncian además del maquillaje de los balances fiscales de 2014 y 2015,la baja popularidad de Rousseff, debido a la inflación y el desempleo. También refieren al escándalo del Lava Jato mejor conocido como Petrobas que implica acusaciones de corrupción de la élite política de ese país, teniendo como principal protagonista al ex presidente Ignacio Lula Da Silva. De esta manera, 55 senadores (de un pleno de 81) se pronunciaron a favor de juzgar a la mandataria y apartarla del poder durante 180 días, período en el que se llevará a cabo el juicio político (impeachment), mismo que puede determinar inexorablemente su destitución, debido a que únicamente se requieren los votos de dos tercios de los senadores (54).

 

Al respecto, Dilma y sus colaboradores señalan sin reservas que se trata de un “juicio político fraudulento” y un verdadero golpe de Estado; además cuestionan la honorabilidad e integridad de los miembros del Poder Legislativo de ese país, ya que de acuerdo con un estudio de la organización Trasparencia Brasil cerca de 273 diputados de 513 que integran la Cámara tienen cuentas con la justicia, mientras que el 81 por ciento de los senadores han sido investigados o condenados por diferentes delitos.

 

Estas consideraciones, paradójicamente, resultan fútiles si consideramos otro factor que diversos especialistas se han ocupado de precisar, la embestida a los gobiernos izquierdistas de América Latina, por parte de los detentadores del poder económico mundial. En este sentido podemos enmarcar sin duda alguna, la aseveración de Rousseff al entregar su declaración sobre el juicio político que enfrentará, señaló tácitamente que la oposición lo que busca es impedir a toda costa la ejecución de su programa de gobierno.

 

Es indispensable no soslayar los logros en política social que el Partido de los Trabajadores (PT) bajo el liderazgo Lula-Rousseff materializaron al conseguir sacar de la pobreza a más de treinta millones de personas, incluso en el 2014, la ONU declaró a Brasil como un país sin hambre. Ciertamente la implementación de políticas progresistas, lo hemos visto, desatan fuerzas y resistencias que difícilmente pueden ser sorteadas por los gobiernos que las llevan a cabo.

 

Vayamos por partes, si bien Brasil enfrenta una situación en donde la corrupción ha permeado todos los órdenes de gobierno, es necesario señalar que la pronta y expedita aplicabilidad de la justicia en lo que se refiere al proceso de defenestración de la presidenta es pasmosa, y muchos de los países en América Latina tendríamos que aprender y actuar de manera tan eficiente en materia de rendición de cuentas de nuestros líderes, sobre todo considerando los niveles de corrupción e impunidad que definen a países como el nuestro.

 

Debido a lo excepcional del caso evidenciado, cabría una duda razonable ¿Este proceso político en verdad, obedece a un acto de plena y cabal justicia?

 

Sin duda existen diversos indicios para considerar los elementos vertidos párrafos arriba, el poder económico-político del mundo se encuentra en manos de grandes bancos y multinacionales, ellos imponen una aplicación azarosa y brutal de políticas neoliberales principalmente a los países de la llamada periferia, Brasil indiscutiblemente es uno de los pocos países que detenta un proyecto de contención y resistencia a este nuevo orden mundial, por lo menos eso era, hasta ahora, veremos a dónde los lleva la destitución por anunciar.

 

@UlisesSandal

@OpinionLSR