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Ayotzinapa, el PRD y la alternativa que no es

Ayotzinapa es la tragedia en la que el PRD expresa la decepción de haberse creído la alternativa y descubrirse como problema.

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Escrito en OPINIÓN el

Los asesinos de Ayotzinapa son de un gobierno del PRD y tienen que asumir la responsabilidad por ello. Su historia ha dado un vuelco: En sus raíces se nutrió de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria fundada por Genaro Vázquez, normalista al igual que los asesinados.

 

De la esperanza a la frustración; de un partido de rebeldía y de víctimas de la represión a un partido que -hecho poder- pasó a victimario. La historia del gobierno municipal en Iguala retrata, sin mayor ayuda, las acciones u omisiones por las cuales el PRD es responsable: Selección de candidatos sin militancia ni ideología, ejercicio del poder para el beneficio personal y en la frivolidad, desinterés o imposibilidad partidaria para desarrollar capacidades de gobierno, autocontroles y rendición de cuentas. Un partido que pretende la “revolución democrática”  pero que prohija la involución narca.

 

El PRD es una institución de interés público y como tal es responsable.

 

El PRD tiene privilegios y recibe cuantiosos recursos públicos justificados por el mandato de ejercer un buen gobierno y por eso es responsable. Incluso como una agencia de colocaciones tendría responsabilidad en la elección y en la vigilancia de quienes postula.

 

Sin embargo, las actitudes del PRD se han orientado en la dirección de huir de la dificultad. Las declaraciones de su dirigencia, de los líderes de sus fracciones, de los encargados de la procuración de justicia de su gobierno estatal: “Pedimos el perdón de la sociedad”, “si la sociedad lo desea, que se revoque el mandato”, “el Procurador General de la República no atrajo la investigación”, dicen sus dirigentes.

 

“El candidato fue apoyado por los Chuchos”, “el candidato fue apoyado por alguien de Morena”, “el PRD fue infiltrado por la delincuencia organizada”, dicen los dirigentes de sus tribus.

 

“No podíamos detenerlo porque goza de fuero”, dice el Procurador local. El problema y la solución depende de alguien más: Del perdón de la sociedad, del Procurador General, de la tutela protectora de la colectividad ante la que se expían las culpas, de los “otros”.

 

Ayotzinapa es la tragedia en la que el PRD expresa la decepción de haberse creído la alternativa y descubrirse como problema.

 

La que pudo ser  la más lograda organización de la izquierda en los últimos tiempos se extravió en las disputas por el control del aparato partidario, el financiamiento público y en el mercado de las candidaturas.  El PRD en algún momento perdió la ideología y la sustituyó por clichés.  La descripción implacable de Revueltas sobre la izquierda de sus años, se convirtió en profecía: un proletariado sin cabeza.

 

El PRD transitó de la victimización al infantilismo y parece hallarse más cómodo ahí. Es parte de la construcción de un régimen de partidos en el cual éstos gozan de privilegios sin responsabilidades. En la situación del confort, se buscan los beneficios del poder sin sus inconvenientes.

 

¿Qué más hay detrás de las expresiones compungidas en la fotografía de la dirigencia junto al gobernador de Guerrero?

 

¿Sus aparatos partidarios han actuado diligentemente para realizar la declaración de procedencia en el Congreso estatal?

 

¿Se han activado los procedimientos internos para investigar al Senador involucrado en la gestión para la donación de inmuebles de propiedad nacional para el centro comercial del prófugo?

 

¿Qué mecanismos y salvaguardas internas se tomarán para cuidar la selección de candidatos?

 

¿Qué mecanismos de seguimiento en el desempeño de sus gobiernos municipales, delegacionales, o estatales instrumentan?

 

¿Qué medidas tomarán con aquellos presidentes municipales de su partido que han sido señalados como vinculados al narcotráfico?

 

La cuestión de la responsabilidad política e histórica no es sólo sobre las medidas remediales a sus males. Se trata de la responsabilidad correspondiente a su pretensión de gobernar a un país. Concierne a sus razones y a ser consecuente con sus acciones para no refugiarse en la irresponsabilidad. Aún Roosvelt al referirse a Somoza, decía: “es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. El PRD tiene que hacerse responsable de los suyos.

 

Siendo ya irrecuperable aquella aspiración nostálgica de que el partido sea la cabeza del proletariado. Al menos el PRD debería buscar recuperar su propia cabeza. Ahora se aplica aquella frase de José Revueltas dicha a propósito del Partido Comunista:

 

“La más reciente crisis del [partido] no es otra cosa que un sacudimiento postmortem, como ocurre con las aves de corral que aún pueden correr trágica y grotescamente un trecho después de que se les ha cortado la cabeza”.

 

Es la muerte del PRD como alternativa.

 

 

@jrxopa