Si en el Estado de México veremos una modalidad de la reedición de 2012 –en donde se enfrentaron Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador y Josefina Vázquez Mota-, en los previos al 2018 vemos una reedición de las peleas presidenciales de 2006.
Y es que una de las mayores batallas rumbo al 2018, es precisamente la disputa entre Andrés Manuel López Obrador, y Felipe Calderón; pelea que deja ver al tabasqueño como un resentido sin límite.
Como saben la candidatura de Margarita Zavala –esposa de Felipe Calderón-, se ha convertido en la principal preocupación de Andrés Manuel López Obrador, el eterno aspirante presidencial.
Para Obrador, la postulación de Margarita no es más que una reelección de Felipe Calderón, lo que supone que el tabasqueño tiene frente a sí, uno de los mayores obstáculos en su tercera aspiración a Los Pinos.
Por eso, López Obrador ha iniciado una guerra soterrada, no contra Margarita, sino contra Felipe Calderón.
Por eso, en una grosera comparación dijo que detrás de Margarita estaban las ambiciones de Calderón.
Por eso, apenas en días pasados censuró la decisión de Felipe Calderón de donar su pensión vitalicia a una asociación de niños con cáncer.
En el fondo –y acaso sin darse cuenta-, López Obrador encumbra a Margarita Zavala. ¿Por qué?
Elemental, porque la señora Zavala aparece como víctima de los misiles que lanza López Obrador contra Felipe Calderón.
Porque, le guste o no a López Obrador, Margarita Zavala aparece hoy como una verdadera alternativa al enojo social, al descrédito del partido, al hartazgo de sectores amplios de votantes que no quieren al PRI, pero tampoco a López Obrador.
Margarita, hoy significa la única posibilidad de vencer a López Obrador, en cualquiera de las comparaciones de candidatos de distintos partidos.
De esa manera pareciera que López Obrador se convierte en jefe de campaña de Margarita Zavala. Y es que con la guerra que ha desatado López Obrador contra Felipe Calderón, solo le aporta votos, simpatías, y credibilidad a la señora Zavala.
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