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Adicción digital

Los tiempos exagerados asignados a los videojuegos digitales restan espacio para otras actividades que el desarrollo de los niños requiere.

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Escrito en OPINIÓN el

La mejor etapa en la vida de una persona es la infancia, o así debería de ser, porque es cuando uno aprende y se desarrolla, sin embargo, actualmente no se está llevando a cabo esta labor, ya que se está iniciando a los niños en una dinámica de comodidad que los vuelve flojos.

 

Recuerdo que durante mi niñez disfruté con canicas, globos, trompos y mucha actividad física, además de actividades que me ponían a pensar; hoy en día la computadora, los iPads, juegos en los celulares y un sinfín de gadgets impiden que los menores corran o de menos caminen.

 

El problema con la tecnología no radica en ella misma, sino en el uso que cada individuo le da. Vivimos en un mundo donde ésta cambia de manera sorprendente, a pasos acelerados.

 

En la actualidad miles de personas recurren al internet para buscar información acerca de cualquier tema y caminan por la calle o manejan con un teléfono celular pegado al oído, mientras que los niños y adolescentes pasan horas jugando con su Smartphone.

 

Ésa es la realidad y nuestros hijos están expuestos a un grave peligro que puede afectar su desarrollo físico y social, lo peor de todo es que avalamos con nuestro consentimiento ese daño.

 

Son innegables las ventajas de la exposición tecnológica en los niños, ya que les permiten el aumento del desarrollo intelectual simbólico y numérico, el aumento de la expresión comunicacional escrita y la adquisición temprana del pensamiento crítico, discriminativo principalmente.

 

Sin embargo, es vital que los padres supervisen la cantidad de horas que sus hijos le dedican a la computadora, tabletas  y/o teléfonos inteligentes, ya que de acuerdo con el estudio Hábitos de los usuarios de internet en México, realizado por la Asociación Mexicana de Internet (Amipci) en 2013, en el país, el promedio de conexión a internet es de cinco horas y 10 minutos; además, del total de los usuarios, un 71% se conecta a la red mediante teléfonos inteligentes.

 

Cabe señalar que los jóvenes revisan cada 15 minutos su celular para checar notificaciones de cualquiera de sus redes sociales, lo que propicia que este tipo de comportamiento llegue a ser adictivo, al grado de ser comparado con el consumo del cigarro.

 

Los tiempos exagerados asignados a los videojuegos digitales restan espacio para otras actividades que el desarrollo de los niños requiere. Algunos ejemplos son la disminución de las horas de sueño, que son necesarias para la generación de la hormona del crecimiento; la disminución del tiempo dedicado al deporte, que es una actividad imprescindible para el desarrollo cardiovascular, pulmonar, inmunológico y músculo-esquelético, además de ser fundamental para prevenir la obesidad infantil; la falta de contacto directo entre las personas, que genera aislamiento de los niños en sí mismos y desadaptación social.

 

Hoy, la mayoría de los juegos infantiles se concentran en una pantalla, desde edades muy tempranas, los niños pasan horas frente al celular o la tableta por lo que un menor de seis años expuesto a este tipo de aparatos puede presentar daños en el cerebro, mismos que afectan su crecimiento y desarrollo.

 

Miguel Ángel Ruiz, coordinador del Centro de Atención Primaria de Adicciones de la Secretaría de Salud, detalló que algunos estudios señalan que esta afición genera problemas de postura y hasta retraso en el desarrollo del lenguaje y su abuso podría incluso limitar o retrasar la habilidad para escribir.

 

“Puede causar retraso motor y disminuir fuerza muscular en los dedos, necesarios para la escritura”, indicó.

 

“Están perdiendo habilidades motoras básicas en las manos y piernas debido a que pasan mucho tiempo con estos aparatos, por lo que se ve seriamente afectado su desarrollo psicomotor y todo lo que pase en la motricidad gruesa afectará la motricidad fina”.

 

Estudios realizados en Estados Unidos indican que la población entre los seis y los 18 años de edad son propensos a sufrir problemas en la vista, tales como miopía y astigmatismo, diagnosticándoselos a temprana edad, pero también trastornos y afectaciones en la columna vertebral, además de que están relacionados con problemas de conducta como: distracción, falta de respeto, impaciencia, búsqueda de la gratificación espontánea sin esfuerzo, egoísmo y consumismo extremo.

 

La facilidad de uso hace que las tabletas y los teléfonos inteligentes sean muy populares entre los padres ocupados, que los utilizan para apaciguar a sus hijos durante los viajes en coche, salidas al restaurante o mientras están en casa entretenidos con quehaceres domésticos.

 

 

Obsesión peligrosa

 

Algunos países han reconocido el problema de la ciberadicción e incluso han abierto clínicas para tratar esta obsesión a la red y los videojuegos (Australia, China, Corea del Sur y Holanda son algunos de ellos). Otros como Estados Unidos han planteado la posibilidad de ubicar esta adicción como parte de los desórdenes mentales.

 

En México no existen cifras oficiales al respecto, pero algunos estudios calculan en 8% el número de adictos a estos juegos, así como los obtenidos en línea.

 

De acuerdo con la firma internacional de investigación de mercado Newzoo, enfocada a la industria del juego, en 2011 existían en México 16 millones de jugadores activos, los cuales gastaban 29 millones de horas por día jugando (1.8 horas por jugador). Las horas gastadas se desglosan de la siguiente manera:

 

El 20%, en juegos de consola, seguido por 18% en juegos de redes sociales, así como en juegos en línea, aparatos móviles y sitios web, con 14% cada uno.

 

Este año, la Asociación Mexicana de Internet realizó una investigación de hábitos de usuarios y concluyó que hay 45.1 millones de usuarios de internet en México (más del 60% se ubica entre los 12 y 34 años de edad), de los que uno de cada cuatro navega por la red sólo para jugar.

 

 

Poner límites

 

Con todo eso, los médicos insisten en que los padres deben limitar seriamente el tiempo que sus hijos utilizan los dispositivos electrónicos portátiles y asegurarse de que ellos dediquen el tiempo suficiente a dormir, leer e interactuar con adultos y otros niños.

 

Es por esto, que recomiendan que los niños estén expuestos a un máximo de dos horas al día, para apoyarse en las tareas y como entretenimiento, incluyendo la televisión, computadora, tabletas y teléfonos inteligentes, ya que un menor de edad que todavía no tiene la madurez cerebral, puede pensar que la realidad y el plano virtual están en el mismo contexto.

 

Es muy importante que los padres de familia establezcan límites, como podría ser un número determinado de minutos al día para el uso de estas tecnologías y no superarlo, al mismo tiempo que fomentar otras actividades.

 

Una investigación realizada por el Centro de Especialización de Estudios Psicológicos en la Infancia (CEEPI) a mil 200 niños y adolescentes en México, reveló que casi el 10% de ellos tenía signos de uso patológico de los videojuegos, de ahí la alerta de especialistas hacia el aumento de esta problemática, especialmente en este segmento poblacional.

 

Una de las cosas que se detectan en los niños que tienen este tipo de adicción a juegos, tecnología y gadgets, son conductas violentas, a las que se suma una notoria dispersión –pues ya nada les llama la atención y dejan de hacer cosas que antes les satisfacían–, así como depresión, pues es común que el juego sustituya la atención que los niños buscan de sus padres sin obtenerla.

 

El rol de los papás es importante; hay que poner atención a lo que el niño necesita. No se trata de prohibir el juego, sino de darle un adecuado tiempo y espacio y sobre todo, no tratar de llenar la vida del niño con esto, para sustituir el tiempo que los padres no pueden dedicarles.

 

Jiménez Botello explica que cuando se genera una conducta adictiva, se podría presentar un desbalance en la dopamina, cuyo principal problema es que los niños desarrollan una baja tolerancia a la frustración, pues en la vida real no es tan fácil perder y volver a empezar.

 

La alteración de vías dopaminérgicas a nivel del núcleo accumbens (al que se le atribuye una función importante en la recompensa, risa, placer, adicción y miedo y donde la dopamina actúa como neuroestabilizador del núcleo), puede ocurrir sólo en aquellos niños que generan adicción al videojuego, presentándose un desbalance en la vía de la recompensa, de modo que el ganar no es el que los hace sentir bien, sino el saber que pueden volver a jugar.

 

Los expertos insisten en que no se trata de satanizar la tecnología, pero es importante que los niños sepan usarla, bajo la supervisión de sus padres, para evitar caer en los excesos, pues es ahí cuando se convierte en adicción y como tal, en una condición negativa.


Recomendaciones:

 

  • Mantener una comunicación mínima de al menos 15 minutos al día con nuestros niños, pero no simplemente “estar con ellos”, sino hablar con ellos en forma humana, otorgando confianza, calidad y tiempo.

 

  • Debe evitarse la exposición a las tecnologías por más de dos horas al día.

 

  • El uso de la tecnología siempre debe ser supervisado por los padres.

 

  • Son los padres los encargados de poner límites a la tecnología y hacerlos cumplir.

 

  • Frente a todo, debe desalentarse el uso de la tecnología durante los horarios de comida, de conversación, juegos y de resolución de problemas familiares.

 

  • Prohibir el acceso a la televisión o al internet no resuelve el problema, pero puedes crear un horario para utilizarlos.

 

  • Planeen actividades que pueden pasar juntos como hacer un día de campo, un paseo en bicicleta o acudir a un museo, lo cual puede resultar atractivo si se hace en familia.

 

  • Establezcan horarios “sin tecnología”, como la hora de la comida.

 

  • Enseña a tu hijo que no todos los juegos vienen en presentación tecnológica: el ajedrez, el scrabble, las damas chinas o el sudoku también se pueden jugar en su forma física.

 

  • Explícale el por qué de estas reglas, no recurras a la imposición.

 

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