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8 de marzo, no hay mucho que celebrar

Es un día de resiliencia y sororidad, un día para alzar la voz.

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Escrito en OPINIÓN el

El Día Internacional de la Mujer se ha desvirtuado, cuando menos en nuestro país. De ser una fecha en que se conmemoraba la lucha por el derecho al voto o para mejorar las condiciones laborales de las mujeres, inexplicablemente se convirtió en un día de festejo en el que proliferan las felicitaciones y reconocimientos que se olvidan en unas cuantas horas.

 

Los políticos aprovechan cada 8 de marzo para hacer eventos en los que pronuncian sendos discursos sobre el importante papel que juegan las mujeres en la familia y la sociedad, para darles flores y rifar algunos regalos que generalmente consistían electrodomésticos, pero ante las críticas han ido incorporando también tratamientos de belleza. En el mejor de los casos hacen una somera referencia a la situación de discriminación o violencia, y se comprometen “a seguir luchando incansablemente” para lograr la igualdad de derechos.

 

No obstante, para darnos una idea de la realidad que enfrentan las mujeres a nivel mundial, van algunas cifras proporcionadas por Oxfam: Una de cada tres mujeres experimenta violencia física o sexual, y 46 países no cuentan con leyes contra la violencia doméstica. Las mujeres ganan en promedio 23% menos que los hombres, y en los países en desarrollo el 75% de los trabajos que ocupan son informales o están desprotegidos. En 100 países las mujeres no pueden desempeñar los mismos trabajos que los hombres, y en 18 los maridos pueden impedir que sus esposas trabajen. Sólo el 22% de la representación popular en los Congresos o Parlamentos está conformada por mujeres. 

 

En México las cosas no son tan distintas. En muchos sectores de la sociedad prevalece una cultura machista que considera que el rol de la mujer se debe circunscribir a quedarse en casa al cuidado de sus hijos, olvidando que cada vez es mayor el número de familias monoparentales (una quinta parte) de las cuales, el 84% son encabezadas por una mujer y no por gusto, sino por la irresponsabilidad o abandono de los padres.

 

Existe resistencia a las acciones afirmativas –aunque no se manifiesten públicamente- por considerar que se les dan a las mujeres ventajas indebidas que atentan contra la igualdad y son discriminatorias para los hombres, pasando por alto que justo de lo que se trata es de poner el piso parejo. En el extremo, pero mucho más frecuente de lo que pensamos, se sigue viendo a la mujer como un objeto.

 

Queda claro que no hay mucho que festejar.El 8 de marzo es un día para reconocer a las mujeres que luchan por la igualdad de derechos, es un día para exigir que se erradique la violencia de género, la discriminación y la desigualdad salarial, para empoderarlas, concientizar a los hombres y demandar la corresponsabilidad en las tareas familiares. Es un día de resiliencia y sororidad, un día para alzar la voz y gritar fuerte: ¡Ni una más!

 

@agus_castilla

@OpinionLSR

 

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