No resistió ni una semana de embates. En redes sociales y en Internet, fue acribillada. Y como ya es costumbre, la mayoría de los matones nunca supieron de lo que hablaban, sólo actuaron compulsivamente a la señal de “disparar”.
Nos referimos a la mal llamada Ley Fayad –que en realidad era apenas una propuesta de iniciativa–, que pretendía reglamentar las conductas criminales de las que fue víctima.
¿Y cuáles eran esas conductas criminales?
- La pedofilia cibernética, que cada vez es más frecuente.
- El acoso a jóvenes y niños, por Internet o por las redes, por parte de adultos.
- La trata de personas, especialmente de niños y mujeres, que de manera impune se realiza en las redes y en Internet.
- Las amenazas de muerte contra todo aquel que piense distinto; al que los “matones” ejecutan por cometer el pecado de disentir.
- Las campañas de odio por profesar distinto credo religioso, por pertenecer a tal o cual raza, o tener tal o cual color de piel.
- Al hurto de documentos privados mediante métodos cibernéticos; la exhibición de los mismos, a manera de venganza, con el riesgo que significa para las víctimas de esa modalidad robo.
- La extorsión creciente a través de Internet y las redes sociales.
- El terrorismo sin límite que también crece en las redes.
- El bullying contra menores y adultos, que prolifera en Internet y en las mismas redes.
- El robo de identidad en el ciberespacio y todas sus variantes.
Buena parte de quienes en la web y en redes sociales incurren en las conductas anteriormente citadas, son los que desde un teclado de computadora, o desde su teléfono, se dieron a la tarea de acribillar una iniciativa que, en el fondo, sólo buscaba el mismo trato penal que se da en la calle a los criminales que actúan mediante la tecnología cibernética.
Sin embargo, si es severamente cuestionable la intolerancia y el gusto por la impunidad en las redes y en Internet, también es cuestionable la debilidad del padre de la criatura.
Es decir, que si el senador Omar Fayad realmente fuera un conocedor de las redes y de lo que pasa en el mundo cibernético, habría calculado la iniciativa, los pasos en torno a ella y habría diseñado una estrategia para que la iniciativa llegara a buen puerto.
No obstante, queda claro que se trató de una improvisación, que la llamada Ley Fayad, fue un fallido intento con fines electorales.
Al Tiempo.