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La maldición de un pueblo llamado Carrizalillo

En este pueblo de Guerrero, donde la PF fue señalada de convivir con sicarios de Guerreros Unidos, una mina ha sido la bendición y maldición para los habitantes

Escrito en ESPECIALES LSR el

CHILPANCINGO (La Silla Rota).- En la carretera federal México-Acapulco se encuentra el puente Mezcala, en el kilómetro 221, que resulta emblemático por dos cosas: divide los municipios de Eduardo Neri (zona Centro) y Tepecoacuilco e Iguala (zona Norte), y es el punto de  influencia y pugna entre dos grupos de del crimen organizado -según el mapeo de la PGR-, Los Rojos y Guerreros Unidos.

 

El puente Mezcala queda exactamente a la entrada del pueblo que lleva el mismo nombre, el camino, a su vez, lleva hacia Carrizalillo, una comunidad de ejidatarios que mantiene rentadas sus tierras a la minera canadiense Gold Corp, ubicada a unos 70 kilómetros de distancia de la capital del estado.

 

Los cerros de Carrizalillo son úteros fértiles de minerales que convirtieron a sus habitantes en gente de solvencia económica — las camionetas a las puertas de las casas del pueblo lo advierten—, pero con la bonanza los pobladores también pasaron a ser víctimas de violencia.

 

Los ejidatarios le rentan sus tierras al corporativo canadiense Goldcorp: mil 150 hectáreas de uso común y 150 hectáreas de parcelas individuales, convertido en el yacimiento de oro, plata, cobre y zinc Los Filos-El Bermejal.

 

Los 176 ejidatarios del padrón de Carrizalillo reciben cada año, de acuerdo a la extensión de tierra que acreditan, cuatro onzas de oro por cada una; cada onza rebasa actualmente en el mercado los 20 mil pesos. Por el arrendamiento de sus tierras, los ejidatarios de Carrizalillo también tienen la opción de trabajar en las minas que explota Goldcorp.

 

 

EJIDATARIOS, VÍCTIMAS Y SICARIOS

 

Al amanecer del 21 de octubre de 2014 la Policía Federal sobrevoló Carrizalillo. Anunció así el operativo que al rozar las 6 de la mañana comenzó en compañía de la Gendarmería Nacional y la Marina. Los elementos de 20 patrullas repletas se dispersaron por la comunidad. La versión que circuló entonces es que buscaban a un hombre apodado El Pescado.

 

La Agencia Proceso informó ese día que el nombre de El Pescado era Onofre y que en Carrizalillo también se refugió un grupo armado conocido como Los Peques, ligado a los Guerreros Unidos, otro de los cárteles que controlan la zona.

 

A Los Peques versiones periodísticas les otorgaron la responsabilidad de un grupo de sicarios que participó en la noche y madrugada oscura de Iguala (26 y 27 de septiembre de 2014) y en la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa.

 

Los periódicos con circulación en el estado reportaron al día siguiente la versión de habitantes y autoridades de la comunidad y su interpretación del operativo: buscaban a los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa.

 

También hubo testimonios de abuso policiaco. Los policías y militares nunca les mostraron una autorización oficial para el cateo de sus casas, de las que se llevaron cuanto pudieron, aseguraron. Hurgaron en al menos en 30 viviendas durante las ocho horas que duró el operativo, y detuvieron a 10 personas. Entre los detenidos Aarón Peña Celso, Andy Montiel López, Sofía Peña, David Montiel, y David Celso Montiel.

 

 

SECUESTRO Y MUERTE

 

El 5 de marzo de este año, a Juan Carlos Peña Celso (21 años), Mauro Galicia Peña (23 años),  José Elí Merino González (28 años), y a otro hombre más –todos ejidatarios y empleados de la minera canadiense- los secuestraron.

 

Nueve días después, los cadáveres de los tres mineros aparecieron en la barraca de Mazapa, en los límites de Carrizalillo.

 

Es público que en Carrizalillo miembros del narcotráfico extorsionan a los ejidatarios que rentan sus tierras a la minera. Los familiares de los tres muchachos que recién se mudaron a Iguala, denunciaron que por las extorsiones que sufrían,  el atentado y crimen debía venir de Los Rojos.

 

 

LA PRESUNTA COLUSIÓN DE LA PF

 

28 de octubre de 2015. Mediodía. Policías federales acusados de mantenerse al servicio del cártel de los Guerreros Unidos son retenidos por habitantes de Carrizalillo.

 

Por la mañana el presidente del Comisariado Ejidal, Ricardo López García, subía al perímetro de la mina en su camioneta, iba unos documentos para entregar en las oficinas de Gold Corp, según declaró. Se trata  de unos oficios de trámite sobre los acuerdos económicos de la empresa interna con la población. Esos oficios reflejan las cantidades anuales que los ejidatarios recibirían.

 

El presidente del comisariado observó  atrás de él dos patrullas: la 15121 y la 17231. En la caseta de vigilancia número cinco comprobó que lo seguían. Los policías lo revisaron y revisaron la mochila para sacar  las carpetas de oficios dirigidos a directivos de la minera. “¿Por qué maneja tanto dinero?”, le preguntaron  cuando vieron las cantidades en los documentos. "¡Ya te llevó la chingada, valiste madre!"- le dijeron los policías.

 

Lo subieron a la patrulla y cuando lo llevaban hacia su casa comprendió que lo acusaban de lavar dinero. También de tener un arsenal de armas, y para eso lo llevaban a su casa, para buscarlo.

 

Esta fue la versión que el comisario municipal, Nelson Figueroa, compartió al salir esta mañana este 29 de octubre de la delegación de la PGR en Chilpancingo, a donde llevaron la acusación contra los policías federales.

 

La gente del pueblo se organizó una vez que se propagaron las acusaciones de los policías federales contra López García. A los policías federales, aun con sus armas y disparos, les rebasó el pueblo en número y por ende en fuerza, y los retuvo como una alerta a las autoridades.

 

Eran 10 policías en la operación para detener al comisariado, pero uno se zafó. Al final, los retenidos por los habitantes de todas formas eran 10, nueve policías y un civil. Un hombre joven que acompañó a los policías en una de las patrullas todo el tiempo, pero que vestía una camisa con las siglas de la corporación.

 

Los habitantes de Carrizalillo lo reconocieron: se trataba de su paisano Modesto Peña Celso. A partir de entonces ataron cabos.

 

El 22 de octubre pasado asesinaron en la colonia Nuevo Horizonte de Iguala a Onofre Peña Celso, junto a su padre, Antonio Peña Montiel y uno de sus trabajadores, Justino Camargo. Los Peña se encontraban refugiados en Iguala, y en el pueblo los reconocían por su cercanía con Guerreros Unidos. Modesto Peña Celso es hermano e hijo de dos de los asesinados.

 

Los cabos atados por los habitantes de la comunidad apuntaron a la  relación y presunta complicidad de policías federales y Modesto Peña Celso como miembros del cártel de los Guerreros Unidos. Y el blanco del 28 de octubre, el comisario Ricardo López Garcí. “¿Ya tienen al comisariado ejidal, Flota?”, dice un mensaje de texto que los habitantes encontraron en uno de los policías retenidos.

 

 

CONTAR A SUS MUERTOS

 

En Carrizalillo desde el año pasado las familias cuentan los muertos. El 27 de marzo asesinaron a Miguela Barrios Ojeda de 80 años, a Bertha Santos Peña de 36, a Yesenia Villalva Montiel y a Fabián Adame Durán de 26 años. Todo indicó un robo: los agresores se llevaron las alhajas de las mujeres.

 

Hace dos meses mataron a Ricardo López Vargas, el hijo del presidente del Comisariado Ejidal. Ricardo está convencido de que los policías federales que lo retuvieron son los responsables de todos esos crímenes, incluido el de su hijo, y orquestadores de las detenciones del año pasado con presuntos vínculos de la delincuencia.

 

Aarón Peña Celso es miembro del Comisariado Ejidal y es uno de los detenidos del año pasado, y para López García víctima de la esa relación policías-sicarios.