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Se libraron tres más de linchamiento en Ajalpan

La noche del 19 de octubre pasado, una policía y dos funcionarios municipales escaparon de la turba; fueron robados 12 libros del Registro Civil sobre matrimonios y nacimiento, además de armamento policiaco

Escrito en ESPECIALES LSR el

AJALPAN, PUEBLA (La Silla Rota).- La furia del pueblo de Ajalpan no se contuvo ni con el aroma picoso a carne quemada que seguía en el ambiente, ni con el leve viento que esparcía en la explanada municipal las cenizas de papel y trapo utilizados para avivar el fuego en el que hicieron arder a dos jóvenes acusados de un supuesto secuestro. Querían más sangre y muerte, esa noche persiguieron y golpearon a tres personas más para lincharlas, quienes tuvieron que escapar por un agujero que hicieron en una lámina del techo del auditorio.

El abominable, doloroso y terrible destino al que condenaron a los dos jóvenes no apaciguó la ira del pueblo de Ajalpan, tampoco lo hizo el saqueó y la quema de oficinas públicas. Horas después todavía deseaban otras muertes para hacer justicia a un delito inexistente. Tres servidores públicos fueron rescatados de una turba violenta que pretendía también lincharlos.

El ataque contra los tres funcionarios locales se originó porque algunos vecinos señalaron a una mujer -integrante de la policía local- como parte del supuesto equipo de encuestadores que había sido quemado en la explanada municipal. A ella trataron de arrancarle la ropa, y a los dos hombres que intentaron protegerla los golpearon.

Después de esconderse en la azotea del palacio municipal y saltar del techo del auditorio municipal a la gradas por un agujero, los tres servidores públicos eran conducidos a la explanada para recibir el mismo final que los encuestadores, pero la intervención de la policía estatal evitó que se perpetrara el segundo linchamiento ese fatídico 19 de octubre.

El secretario del Ayuntamiento de Ajalpan, Juan Guzmán Ruiz, confirmó en entrevista con LA SILLA ROTA que el regidor de Gobernación, Joel González; el juez de paz, Amando Arista; y una mujer policía de nombre Yuridia, fueron rescatados después de que un grupo de personas que amenazó con lincharlos.

Los hermanos Abraham y Rey David Copado Molina, acudieron al municipio a realizar una encuesta sobre alimentación, cuando una denuncia ciudadana alertó a la policía local de que dos personas realizaban “preguntas sospechosas”, fueron presentados en la comandancia donde acreditaron identidad y actividad laboral, sin embargo, por los rumores en el pueblo se les fabricó un supuesto secuestro e intento de violación, el cual tampoco se comprobó.

El juez de paz intentó resguardar en las oficinas del palacio municipal a los dos encuestadores, pero algunos habitantes ingresaron al edificio de gobierno para llevárselos a la explanada municipal y que el pueblo decidiera su final: la libertad o la muerte.

Con una brutal golpiza quisieron arrancarles una confesión y su participación en un delito. Los hermanos Copado Molina sostuvieron la verdad y resistieron. Lo que acrecentó la rabia del pueblo, que ansiaba las suplicas y que les pidieran perdón, al no conseguirlo, les dieron como destino la muerte.

El municipio de Ajalpan vivió tres intentos de linchamiento en los últimos cuatro años.

 

Puebla ocupa el segundo lugar nacional en linchamientos -intentos y consumados-, tan sólo en lo que va del año cinco personas perdieron la vida a manos de una multitud y 37 fueron rescatadas.

 

LAS ADVERTENCIAS

 

El municipio de Ajalpan se ubica en la parte sureste del estado de Puebla, entre el Valle de Tehuacán y la Sierra de Zongolica, a 140 kilómetros de la capital de estado. Tiene una población que apenas supera los 60 mil habitantes.

La mayoría de la personas en edad productiva trabaja en maquiladoras, otra parte en el comercio y la agricultura. En la región son conocidos los tejidos de palma y de carrizo que se realizan de manera artesanal, así como el “mole de cadera”, un platillo típico que se come en las festividades de Todos los Santos, que puede costar de 250 a 650 pesos la porción individual.

Las calles son angostas y muy pocas viviendas  superan los dos niveles. El calor es seco y los vecinos suele quitarse el calor con paletas de hielo de sabores como mole poblano y chicharrón.

Así identificaban en Puebla al municipio de Ajalpan, pero el linchamiento de dos encuestadores, le dio una imagen pública teñida con sangre, el fatal episodio fue la culminación de otros dos, donde sí se actuó con oportunidad para rescatar con vida a las víctimas de la ira y el escarnio popular.

La justicia en Ajalpan la hace el pueblo. El pueblo manda y el gobierno obedece. Nadie tiene inmunidad.

El 13 de noviembre de 2011, Leticia Quixtiano, de 26 años, cargaba a su bebé de cinco meses de edad por una calle de la colonia Teopuxco, cuando un hombre que portaba un hábito de monja quiso arrebatarle a su hijo. La joven madre lo traía cubierto con un rebozo y logró proteger al menor. Tras fallar la falsa monja corrió para abordar una camioneta gris y escapar del lugar con apoyo de un cómplice que portaba ropas similares.

Leticia Quixtiano pidió auxilio y vecinos la apoyaron. Se solicitó la presencia de la policía municipal, que de manera coordinada con las fuerzas estatales comenzaron a localizar a los sujetos con las características descritas por la mujer.

 

 

Dos monjas de la orden de las Clarisas -fundada por San Francisco y Santa Clara de Asís- quienes viajaban en una camioneta blanca fueron detenidas en un retén en Altepexi y llevadas a la comandancia de policía ubicada en el palacio municipal para deslindar responsabilidades.

Se realizó el careo entre Leticia Quixtiano y las dos monjas. La víctima señaló que ellas no eran quienes intentaron robarse a su hijo. La joven madre dijo que los delincuentes llevaban hábito negro y que las religiosas que le presentaron portaban de color café.

En la calle Rafael Ávila frente a la comandancia, unos 80 habitantes armados con palos y piedras exigían que les entregaran a las religiosas para lincharlas.

Ante el acecho de los pobladores, la policía protegió a las monjas, quienes fueron sacadas por una ventana, luego abordaron una camioneta de la Diócesis de Tehuacán para salir de Ajalpan.

Otro capítulo de violencia se vivió el 24 septiembre de 2013, cuando dos migrantes centroamericanos y un hombre del municipio de Tehuacán, presuntamente intentaron privar de la libertad a cuatro adolescentes.

Ese día alrededor de las 14:00 horas, tres estudiantes de la secundaria “Benito Juárez” y una niña de 8 de años caminaban por la calle la calle 5 de mayo casi esquina con Cuauhtémoc cuando fueron acechadas por los tres sujetos.

Las jovencitas corrieron y gritaron en busca de auxilio, la menor de 8 años encontró a un grupo personas y les dijo lo que sucedía, por lo que se dio la persecución de los tres presuntos  secuestradores por las calles.

La población se reunió y se organizaba para hacer justicia por su propia mano, pero policías municipales subieron a los tres detenidos a una patrulla y los trasladaron a la comandancia de policía, ellos dijeron llamarse Javier Antonio Maldonado Guevara, de 23 años de edad, Oscar Montés Arévalo, de 32 años de edad, ambos de origen hondureño, e Ismael Andrade Gracida, de 20 años, vecino de Tehuacán.

Los vecinos exigieron que les fueran entregados los tres sujetos para lincharlos. Ante la amenaza de los pobladores, los policías municipales los sacaron a los detenidos por una puerta trasera y los llevaron a las instalaciones del Ministerio Público de Tehuacán.

Un tercer episodio de violencia se suscitó el 23 de octubre de 2014 cuando un presunto ladrón trató de llevarse las limosnas de la Capilla de Guadalupe ubicada en la calle Pipila, que ascendían a 40 mil pesos.

Alrededor de las 16 horas de ese día el sospechoso fue entregado a la policía municipal, el dinero presuntamente le fue encontrado entre sus ropas. Unos 12 integrantes del comité de la iglesia, fueron a la comandancia de policía para que les fuera presentado el sospechoso, ya que en la zona se habían registrado muchos robos y querían saber si era el mismo.

Vecinos de Ajalpan comenzaron a congregarse a las afueras del palacio municipal para que la policía le diera al presunto ladrón de limosnas, pero los uniformados lo sacaron por la puerta trasera del edificio de gobierno para llevarlo al Ministerio Público de Tehuacán.

Al enterarse del traslado de los sujetos, los vecinos de Ajalpan arremetieron con piedras contra el edificio de gobierno, rompieron cristales y saquearon algunas oficinas. Los daños ascendieron a 650 mil pesos.

 

LA JUSTICIA LA HACE EL PUEBLO

 

Un año después, el 19 de octubre de 2015, se consumó un linchamiento. Los hermanos José Abraham y Rey David Copado Molina, quienes trabajaban como encuestadores, fueron asesinados por pobladores al confundirlos con secuestradores.

Alrededor de las 18:00 horas, se reportó a dos personas como “sospechas” porque hacían muchas preguntas. La policía municipal acudió a verificar la información y aseguraron a los hermanos Copado Molina.

Se logró acreditar que eran encuestadores, pero la gente afuera de la comandancia de policía no aceptó la versión de las autoridades municipales y demandaba que les fueran entregados.

“La policía municipal los trae a la comandancia para verificar datos, que precisamente trabajen para una empresa encuestadora, y resulta ser cierto. Se le comenta a la gente que efectivamente son trabajadores de una empresa, que son encuestadores y el argumento ahora de la gente, de la turba, es que estas personas habían jaloneado a una niña, a una menor, y ahora decían que era violación y que intentaron secuestrar a una niña”, relata el secretario del Ayuntamiento de Ajalpan, Juan Guzmán Ruiz.

“Se manda traer a los presuntos agraviados, al papá, a la mamá, a la niña, y les presentan a los dos jóvenes, a la menor le preguntaron si fueron ellos la quisieron ultrajar, secuestrar, llevar, y la niña dice 'no son', salen los papás y le dicen a la turba 'no son, ellos no fueron', y no faltó un incitador que dijera 'tu cállate, no te dejes engañar' con groserías, y ante esa situación la gente se va encima”, señala.

La policía municipal permanece en el sitio para resguardar a los hermanos Copado Molina, pero fue imposible, los superaron en número los habitantes iracundos. Ese día estaban en servicio sólo 23 de los 60 elementos que conforman la policía de Ajalpan, los vecinos que querían linchar a los dos jóvenes eran más de 300.

Los habitantes enardecidos rodearon el palacio municipal para evitar que pudieran escapar los encuestadores, lanzaron piedras contra la sede de gobierno. Sonaron las campanas de la iglesia y se detonaron cohetones para llamar a más la población.

El juez de paz, Amando Arista, trató de esconderlos en un lugar seguro dentro del palacio municipal, y luego sacarlos por la parte de atrás del edificio, pero un grupo de habitantes ingresó al inmueble de gobierno y comenzó a perseguir al servidor público y a los encuestadores.

Amando Arista fue golpeado, le quitaron a los hermanos Copado Molina. Los encuestadores recibieron puñetazos y patadas de una manera irracional hasta hacerlos sangrar. Los sacaron a la explanada, las personas le aseguraron a los que estaba afuera que los dos jóvenes eran “secuestradores”.

El resto fue brutalidad contra los hermanos Copado Molina que llegaron a Ajalpan para realizar una encuesta sobre alimentación. Les arrebataron la vida. Les aventaron papelería sustraída de la oficina y algunos trapos para mantener viva la hoguera improvisada.

Con tristeza y sencillez, el secretario del Ayuntamiento, ofrece una disculpa a los familiares de Abraham y Rey David en nombre de los habitantes del municipio:

“Estamos en la mejor disposición de colaborar con ellos (los familiares) en los que sea necesario, y una disculpa por los hechos sucedidos, tratamos de localizarlos pero no nos fue posible, pero que estamos a la orden”.

 

EL LINCHAMIENTO FRUSTRADO

 

Tras el ataque mortal a los hermanos Copado Molina vinieron más destrozos y el saqueo al palacio municipal. El pueblo colérico no se había saciado con los dos sádicos sacrificios públicos a los que sometieron a los dos encuestadores, tenían sed de más destrucción y muerte.

“Hacen sus actos de barbarie, porque no se les puede llamar de otra manera, es imperdonable esa situación, es cuando estos vándalos vuelven a ingresar a la presidencia y saquear, lo que no se pudieron llevar, lo rompieron”, explica.

Incendiaron la biblioteca municipal, todos los libros fueron se perdieron; se robaron 12 libros del Registro Civil que contenían la relación de matrimonios y nacimientos, le prendieron fuego a la oficina. La misma suerte corrieron las áreas de Correos de México -donde el fuego consumió el 90 por ciento de la correspondencia-, las instalaciones del INEA y del programa federal Prospera. Todo el equipo de cómputo fue hurtado, se rompieron cristales y se le prendió fuego a un lienzo, sólo quedo el marco.

La policía municipal tampoco se salvó, les robaron la mitad del armamento: 8 armas largas y 7 armas cortas.

Las autoridades estiman que la rehabilitación de las oficinas y la renovación del equipo robado costarán unos 3.5 millones de pesos.

Cerca de las 23:30 horas, un grupo de personas señaló a una mujer como parte del equipo de encuestadores que habían sido incinerados en la explanada. Ella se llama Yuridia y es integrante de la policía municipal, a pesar de que portaba el uniforme, y de que el regidor de Gobernación, Joel González y el juez de paz, Amando Arista, le explicaron a la gente que era una trabajadora del municipio, arremetieron contra ella y los dos servidores públicos.

Se desató una persecución por las oficinas del palacio de gobierno para golpearlos e intentar lincharlos.

Los tres servidores públicos recorrieron oficinas para esconderse. La gente seguía enardecida y no entendía razones.

Subieron por unas escaleras de caracol a la azotea del palacio municipal para resguardarse entre los tinacos y las antenas, al ver que la gente se les acercaba, saltaron a la techumbre del auditorio municipal, rompieron una lámina de pvc salvarse, pero fue inútil.

 

 

“En la trifulca confundieron a una oficial de policía con una encuestadora. Hacen su acto de barbarie, saquen la presidencia, la tienen rodeada, en el interior (del palacio municipal) se encontraba todavía el regidor de gobernación, el juez de paz y una oficial de policía, ellos se resguardan en la azotea del ayuntamiento”, cuenta el secretario del Ayuntamiento.

“Se esconden hasta donde pueden, pero no faltó el momento en que fueron encontrados, y si, precisamente trataron de lincharlos”, revela Juan Guzmán Ruiz.

Yuridia, la mujer policía, fue golpeada y la turba intentó desnudarla, el regidor y el juez de paz también recibieron una paliza. Cuando eran llevados a la explanada como condenados al patíbulo, elementos de la policía estatal ingresaron al inmueble y rescataron a los tres servidores públicos. Ellos se salvaron una muerte casi segura.

“Afortunadamente por la intervención de personal del ayuntamiento y de policías estatal se pudo rescatar a estas personas”, indica.

 

 

DESPUNTA LA INSEGURIDAD EN PUEBLA

 

Entre 2010 y 2014 en México se registraron 160 linchamientos México, de ellos 33 fueron en Puebla, que representan el 20.6 por ciento del total nacional.

Jesús Rodríguez Almeida, secretario de Seguridad Pública en el estado, reconoció hace unos días que en lo que va de 2015, policías han rescatado 37 personas a quienes intentaron linchar. Cinco personas no corrieron la misma suerte y perdieron la vida, entre ellos, los dos encuestadores.

El día en que fueron asesinados los hermanos Copado Molina, se registró un intento de linchamiento por parte de vecinos de la Junta Auxiliar de La Resurrección, en Puebla, ellos sorprendieron robando a un sujeto. Los pobladores amenazaron con incendiar la presidencia auxiliar, pero sólo rompieron algunos vidrios, forzaron la puerta y saquearon el inmueble.

Los habitantes de Puebla han padecido el incremento de la violencia de 2014 a 2015, lo que los lleva a buscar justicia ante la inoperancia de las corporaciones policiacas y de procuración de justicia.

Los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) evidencian el incremento de la incidencia delictiva en Puebla.

De enero a septiembre de 2014 se denunciaron 214 robos a negocio con violencia, mientras que en ese mismo periodo de 2015 se levantaron 691 denuncias, que representan un aumento del 222.8 por ciento.

El delito de robo a casa habitación con violencia también registró un incremento considerable, en los primeros meses de 2014 se levantaron 171 denuncias, y en ese mismo periodo iniciaron 247 denuncias, un alza del 44.4 por ciento.

Otro crecimiento se dio en el delito de robo de vehículo con violencia, en 2014 se denunciaron 315  y en 2015 se iniciaron 490 averiguaciones previas, un aumento del 55.5 por ciento.

Un delito que también repuntó es el de violación, que elevó un 88.6 por ciento, el año pasado se levantaron 220 denuncias y en 2015 se iniciaron 415.

La violencia también creció de acuerdo a los propios datos que entregó la procuraduría de Puebla al SNSP. En los primeros nueve meses de 2014 se contabilizaron 655 homicidios dolosos y culposos, y en ese mismo periodo de 2015 se registraron 903, un aumento del 37.8 por ciento.

La violencia y la inseguridad aumentaron, pero la efectividad de las autoridades no, por lo que en Puebla una parte de sus habitantes intentó hacer justicia por su cuenta, y al parecer el caso de Ajalpan no será el último.

 

asm