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La Ceiba Gráfica, un sueño de arte y papel vuelto realidad

El centro de litografía en Coatepec, Veracruz, ubicado en una ex hacienda recuperada, es un proyecto sustentable que va en crecimiento

Escrito en ESPECIALES LSR el

VERACRUZ (La Silla Rota).- Per Anderson se halla ante un trío de estudiantes de periodismo en La Ceiba Gráficacentro de artes especializado en técnicas sustentables de gráfica tradicional-, con voz cálida pero firme, les dice: “la cultura no es una actividad comercial, es más bien un servicio que eleva la calidad de vida de las personas. Los artistas no tenemos la mente ocupada en ganar dinero”.

Es miércoles 28 de diciembre del 2016, y aunque informó al personal del centro que se tomaría unos días de descanso, Per Anderson se apareció antes de lo esperado. Sus auxiliares no parecen sorprendidos.

“Siempre dice que se va de vacaciones, y no se va; pero si se toma algunos días, siempre regresa antes de lo que había anunciado”, dice uno de los trabajadores del centro de artes y residencias artísticas, que Per junto con otros creadores fundaron hace una década.

Este día, él mismo guiará por las instalaciones a los estudiantes de periodismo que parece haberse repartido la tarea escolar: una de ellos lleva las notas en una libreta, otra mantiene su teléfono cerca de Per para grabar sus explicaciones y un joven toma fotografías.

Son las 12 del día, y este año el invierno se ocultó de Xalapa y sus alrededores. En lugar de humedad y bajas temperaturas, hay un sol radiante y las personas pueden permitirse andar sin suéter. Per trae puesto una camisa azul de manga larga y un chaleco verde.

El recorrido por la ex Hacienda de La Orduña, en el municipio de Coatepec, que alberga a la Ceiba Gráfica, comienza a unos metros de la puerta principal del caserío. Luego, bajo la narrativa de Per, continuará por la historia de la litografía, una crítica al consumismo, la apuesta por la creatividad, José Luis Cuevas, los talleres de dibujo y el futuro: un museo del papel que será visitado diariamente por un grupo de 25 niños.

 

 

“Millones de ángeles inundaron la tierra gracias a la litografía”

Doscientos años después de que Aloys Senefelder creara la litografía en Alemania, y en un escenario donde abundan modernos procesos de impresión, Per se pregunta de manera enfática: ¿Por qué es tan importante conservar la litografía? Enseguida se responde: “hubo un tiempo en que santos, reyes y demonios estaban impresos en litografía. Millones de ángeles inundaron la tierra gracias a esta gran técnica que revolucionó la distribución de la cultura en el mundo”.

Per relata que, con la puesta en marcha de la litografía, la industria editorial bajó sus costos y comenzó una gran cantidad de imágenes y textos.

“La litografía abre de par en par las puertas e inunda el mundo con imágenes. Hasta la casa más humilde llega una estampa de un santo, una virgen, un rey o un demonio”.

Es posible que, por esa manera de valorar la técnica, cuando Per Anderson fundó el taller de litografía y dibujo en la Universidad Veracruzana (1974), se interesó por que los alumnos pudieran imprimir en esa técnica. Aunque eso significara desafiar toda lógica.

En aquel tiempo, la Universidad no tenía las herramientas, materiales o instrumentos necesarios para enseñar litografía. Adquirirlos, era una operación incosteable. Per no se daría por vencido.

 

 

En la cabeza de Per abundaban las preguntas: “¿Cómo podré sustituir la prensa importada que viene de Estados Unidos? ¿Cómo podré sustituir la piedra litográfica que se trae de Alemania? ¿Cómo podré hacer tinta, rodillos, papel… para ser independientes? ¿Cómo le haré para no sentir la frustración por el incremento del precio del dólar? ¿Cómo le haré para no tener esa dependencia tan espantosa, tan dolorosa?”.

Pronto, sus investigaciones en museos, búsquedas en internet, pláticas con especialistas, lo llevaron a descubrir que, en vez de importar la piedra de Alemania, podía usar el mármol de Tatatila. En lugar de traer una prensa de Estados Unidos, utilizaría madera de la región para construir una. Los rodillos, fundamentales en la litografía, no serían enviados del extranjero, sino elaborados en Orizaba.

“Veracruz resultó ser una tierra bondadosa donde se daba –y se da- todo lo que necesita la litografía. Claro, hace 40 años nadie lo sabía”.

Per logró instalar un taller de litografía en la Universidad Veracruzana, en donde los estudiantes pudieran conocer la técnica, desde el ámbito teórico hasta la impresión de sus obras.

 

 

“No es lo mismo ser el eterno consumidor que el eterno productor”

Las instalaciones de la Ex Hacienda de La Orduña, que antes era un edificio en ruinas, vandalizado, con hierba y goteras por doquier. Ahora, bajo el proyecto de La Ceiba Grafica, alberga ocho talleres, una galería, residencias artísticas y una tienda.

Antes de entrar en una de las habitaciones, con ventanas de madera y muros blancos, que en el centro alberga la una de las primeras prensas litográficas elaboradas en el Centro, Anderson reconoce que la litografía es la semilla que dio lugar a este centro de artes y residencias artísticas, que ha albergado a cientos de artistas y ha cobijado miles de procesos artísticos.

El hombre de origen sueco que vive desde hace 40 años en México, relata que el éxito del taller de litografía que fundó en la UV pronto rebasó su capacidad, y demandó la creación de nuevos talleres: de carpintería, de grabado, de esto y de lo otro.

Fue entonces cuando junto con un grupo de creativos, promovió la creación de una organización civil que tras varias gestiones consiguieron que el Gobierno de Veracruz les entregara en comodato las instalaciones de la ex Hacienda La Oduña, y les diera una capital semilla para ponerla en condiciones.

 

 

Per Anderson explica el proceso de consolidación de La Ceiba Grafica como una reacción a políticas que cada año restringen más los recursos públicos que se destinan a la cultura. Pero también, como una búsqueda colectiva por dejar de ser consumidores para ser productores.

A una década de su fundación, La Ceiba Grafica es autosustentable. Se costea de los ingresos que recibe por hospedar artistas, de los estudiantes que asisten a tomar talleres. Así como de la venta de la obra producida en el taller, y de equipo y maquinaria para talleres.

Cuarenta talleres de litografía en el país han adquirido las prensas litográficas elaboradas en este centro.

“Una sociedad que resuelve sus problemas es una sociedad mucho más rica que una que solo mete la mano en el bolsillo. No es lo mismo ser el eterno consumidor que el eterno productor”, dice.

De pie frente a un mapa de Veracruz que muestra cada uno de los recursos que aporta cada región de la entidad a la técnica de la litografía, Per recuerda que en una ocasión visitó los 60 talleres de Coatepec dedicados a la construcción de molinos y maquinas despulpadoras de café para pedirles una impresora litográfica.

Así encontró a Francisco Beltrán que no solo mejoró su diseño, sino que mostró la disponibilidad de construir 40 prensas y otras máquinas para diferentes talleres del país.

 

 

“El productor cada noche lleva algo a consultar con su almohada: ¿Cómo haré esto? ¿Dónde tendremos encontrar el material parta sustituir aquello? Un productor siempre está medito en un boleto creativo, buscando soluciones, no buscando dinero”, dice.

Per critica el sistema económico actual que ha optado por convertir a las personas en dóciles consumidores.

“Aquí no vamos a entrar a ese grupo de los deplorables, aquí vamos articular proyectos propios, tener idea de lo que deseamos, y buscar cómo resolverlo”.

Ya dentro de la habitación contigua al acceso principal, el taller de litografía, Per se dirige hasta un estante de madera. De la esquina inferior, saca un rectángulo de cantera de Tatatila, una comunidad enclavada en el centro del estado.

La piedra está nivelada, pulida, y en el centro tiene un dibujo de la autoría de Edgar Cano, ganador del concurso de pintura Rufino Tamayo.

La imagen muestra a un cuervo reflejado en el espejo retrovisor de un coche, dentro de una habitación. Como la superficie del espejo suele ser convexa se deforma la perspectiva. Y lo que era una línea recta se convierte en curva.

En un principio, solo era una mancha negra sobre la cantera, que Edgar Cano fue delineando con una navaja muy fina.

Mientras sostiene esta pieza en sus manos, Per comparte que en estas mismas instalaciones ha estado presente el dibujante, pintor y escultor, José Luis Cuevas. En cuatro ocasiones La Ceiba Grafica se ha encargado de la impresión de los dibujos de Cuevas.

Y como todos los artistas que ahí imprimen, ha dejado copias de su obra para la venta y posterior sostén del Centro.

Durante el recorrido, Per hace desfilar los nombres de decenas de personas involucradas en el proyecto. A Rafael Ruiz, atribuye la correcta administración de La Ceiba Grafica.

 

 

“Nuestra sociedad necesita ideas”

En la segunda planta del caserío, se encuentran las habitaciones donde se hospedan los artistas que acuden a La Ceiba Grafica a realizar residencias. También está la cocina donde toman sus alimentos, un balcón y el salón donde Per imparte el taller de dibujo.

La edificación en forma de herradura tiene un patio central con una fuente. Per atraviesa el patio hasta otra de las habitaciones. El taller de impresión grafica es un lugar muy reducido en donde solo cabe una imprenta, los cajones que guardan las grafías. En la tarde superior, un pequeño tapanco.

De una pequeña mesa de trabajo, Per toma un dibujo y lo muestra los visitantes. Es el logo del jabón Roma intervenido.

La palabra se lee como “Amor”. Y es un hombre y no una mujer quien aparece lavando ropa en una tina de la cual emergen grandes cantidades de espuma. Abajo una leyenda: “El amor es compartir las tareas domésticas”.

“Nuestra sociedad necesita ideas, necesita ser conducida. Necesitamos tolerancia hacia muchas cosas: la igualdad de género, preferencias sexuales. En el mundo ocurren muchas revoluciones, y los artistas deben participar de estas luchas”, dice.

El fundador de La Ceiba Grafica comparte que uno de los objetivos del Centro es conservar los recursos, técnicas, medios de presión y lenguajes para que la humanidad no se vea empobrecida por tanta evolución tecnológica.

En el salón continuo se encuentra el taller de elaboración de tintas. En ese espacio, donde se encuentra una larga chimenea, se hierve el aceite de linaza que, mezclado con cera de abeja, cebo de borrego y pigmento negro para crear la tinta litográfica.

El lugar es como una máquina del tiempo, aquí se hace la tinta como se hacía hace 200 años.

 

 

Ahora, Per guía el paso por una puerta que da al taller de carpintería. Y como no hay un espacio de esta ex Hacienda que no presuma. Indica que, en este espacio se elaboraron los muebles, puertas y ventanas del Centro.

Por el otro extremo de la habitación, se tiene acceso a un área verde, y al fondo, se observa una edificación independiente al primer caserío. Se trata del museo del papel.

A Per le entusiasma el proyecto. En seis meses podrá recibir grupos de 25 niños para decirles de donde viene el papel. En un biombo escribirá la búsqueda de los chinos, los japoneses, los árabes para difundir sus mensajes.

Y no queda duda que ha pensado en todo, porque en el área verde contigua a lo que será el museo, ha construido un horno en donde después de explicar a los visitantes de donde viene el papel, cocinará unas pizzas.

Quizás el entusiasmo del fundador de la Ceiba Grafica con el taller de papel tiene que ver con los ocho años que él y otros creadores han invertido en el proyecto. Tiempo en el cual han acondicionado el lugar, han hecho traer semillas de Kozo –la planta de la cual se elabora el papel- y han elaborado la maquinaria necesaria para su transformación de materia prima al papel para impresión de litografías.

“A nadie le quedará duda de donde viene el papel”, dice entusiasmado mientras recorre con la vista el bodegón. Él cree que si las personas comprenden el origen del papel –un árbol de kozo- serán más responsables con su uso y más amigables con la naturaleza.

En el centro de esta habitación, Anderson muestra a los estudiantes de periodismo una libreta con uno de los dibujos que hizo en los días que estuvo fuera.

 

 

Los trazos delinean una tina de 100 litros que por una llave deja caer su contenido -gota a gota- hacia otra tina que presiona papeles de kozo.

“Durante toda la noche, esta prensa ejercerá una presión uniforme, que aumentará poco a poco, sobre unos papeles de Kozo. A la mañana siguiente, estará presentado el tapete”, dice, y en seguida completa: “hay cosas que solo existen en tu imaginación, y las tienes que resolver”.

Ha trascurrido hora y media de recorrido por las instalaciones de La Ceiba Grafica, y Per asegura que, durante la consolidación del proyecto, el dibujo ha sido una de sus herramientas más importantes para resolver las dificultades que se le han planteado.

“Los dibujos aclaran las ideas. Comienzas por algo, luego se transforma, y no necesitas siempre construirlo para darte cuenta de que no sirvió. El dibujo puede anticipar un fracaso”.

Un nuevo grupo de visitantes ha llegado al Centro de artes y residencias artistas. Per irá a hablar con ellos. Antes se despide con lo que quizás sea uno de los principales aprendizajes que le ha dejado La Ceiba:

“Cuando identificas lo que quieres, lo más arraigado en tu deseo, no necesitas meterte en caras importaciones de Indonesia, China, Corea. Cuando identificas lo que quieres, identificas en tu alrededor lo que necesitas para lograrlo”.

 

lrc