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Ex convictos deportados de EU: libertad e incertidumbre (gráficos)

En 2016, de los más de 240 mil deportados, 58% tenía antecedentes por algún acto ilícito

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Escrito en ESPECIALES LSR el

Gerardo fue deportado luego de vivir legalmente en Estados Unidos durante 42 años. Su mirada seria y tranquila no refleja que acaba de perder su Green Card, a su esposa, a sus más de 10 hijos y los tres diferentes sueldos en dólares que recibía por trabajar allá.  

 

Él resalta de entre los otros 20 “paisanos” que llegaron repatriados a Nuevo Laredo por la garita del Puente Internacional “Juárez-Lincoln”, por su ceño fruncido, barba canosa, cabello largo y brazos marcados con los tatuajes de su pandilla, pero especialmente por haber pasado los últimos ocho años tras las rejas en una cárcel de Estados Unidos.

 

 

Según cuenta el recién repatriado, fue atrapado en 2008 vendiendo metanfetaminas en las calles de Oakland, California, donde residió desde que llegó al país de las barras y las estrellas a los cinco años de edad.

 

Sin detallar su detención, Gerardo comenta que el juez del distrito de Alameda lo envió por más de un año a la cárcel “Glenn Deyer”, donde también cumplió condenas por conducir en estado de ebriedad, para pasar a la penitenciaría estatal en 2009, donde también se le responsabilizó por golpear a un policía. Fue hasta el 8 de febrero cuando el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) tomó custodia del entonces reo, para finalmente deportarlo a México.

 

El caso de Gerardo obedece a las declaraciones de Donald Trump durante su campaña presidencial, en las que señaló que habría “cero tolerancia a los extranjeros criminales”, prometiendo además sacar de inmediato a por lo menos 2 millones de migrantes, de los cuales se estima al menos 27 mil son ex convictos.

 

Hasta diciembre de 2016, el Buró Federal de Prisiones de Estados Unidos (BOP, por sus siglas en inglés) reportó que había 189 mil 192 presos, de los cuales 147 mil 976 son estadunidenses, es decir 78 %, y 27 mil son mexicanos, es decir, el 14%.

 

El esquema de repatriación propuesto por el nuevo presidente, no es nuevo, pues da continuidad a una ley del gobierno norteamericano que desde 1997 permite considerar todo acto delictivo cometido por cualquier extranjero, con o sin estatus migratorio regular, como un delito grave aunque ésta haya sido sólo una falta menor, quedando así a expensas de una deportación tras cumplir su condena en prisión.

 

Gerardo pertenecía a la Pandilla "GBC" de Oakland. Ahora evitará   mostrar sus tatuajes en México, donde dice que no son bien vistos. Fotos: Marcelo Reyes

 

 

Volver a México

Este día, tal y como sucede en todos los eventos de repatriación, una agente del Instituto Nacional de Migración (INM) forma en fila a los recién llegados, quienes a su vez cargan una bolsa plástica transparente con naranjas, plátanos, galletas, jugos y aguas en su interior que le fueron proporcionadas por los agentes. Se les pide que caminen en orden hasta el edificio blanco ubicado exactamente frente al Puente Internacional: el Instituto Tamaulipeco para los Migrantes (ITM).

 

 

Esta oficina estatal brinda asistencia médica, psicológica y jurídica. Gerardo permanece sentado en una de las sillas plegadizas formadas al interior de una sala de espera no mayor de 20 metros cuadrados.

 

Un hombre con pants y sudadera gris se sienta enseguida de Gerardo, quien permanece impávido mirando hacia el frente del mostrador. Este hombre, quien se negó a dar su nombre, espera que uno de los teléfonos se desocupe para marcar a cualquier familiar que él tenga en Estados Unidos.  De acuerdo a lo dicho, él también fue arrestado por poseer drogas. Cocaína específicamente. Solo eso. Un delito considerado como “menor” en el estado de Texas, desde donde fue deportado.

 

Contrario a él, Gerardo incluso comenta sin inhibiciones que llegó a vender metanfetamina al interior de una de las tres prisiones en las que estuvo retenido por ocho años y dos meses. No fue claro sobre cómo operaba al interior, sólo dijo en un tono seguro, que logró ganar 200 mil dólares en un año.

 

“A los chavos blancos es a quienes más les gustaba esta cochinada y yo sólo se las vendía. Yo nunca le hice a eso. Pero ahorita yo no me siento como un criminal. Siempre tuve mi Green Card y trabajé bien. Le voy a echar ganas y pues, creo que como en un año puedo pedir un Pardon (perdón) para que me den mi Green Card otra vez. Como quiera, pronto uno de mis hijos me podrá pedir. Al cabo tengo muchos”, narra Gerardo en tono despreocupado, dejando visible un tatuaje con las siglas GBC: Garden Block Crips, una de las pandillas más grandes en Sacramento y con presencia en Oakland y Los Ángeles, de acuerdo a una tesis presentada en 2011 por la Universidad Estatal de California.

 

Y mientras los otros hombres que llegaron deportados junto con él se arremolinan en el mostrador para recibir algún apoyo económico, él permanece sin turbación alguna. Al preguntarle si su perspectiva respecto a los estadounidenses cambió, Gerardo sólo esboza un “Fuck Trump (Que se joda Trump)”, para luego dejar escapar una sonrisa que exhibe una fractura en su diente frontal.

 

Nuevo Laredo fue el segundo punto fronterizo con más recepción de repatriados en todo México en 2016, superado sólo por Tijuana.  El Instituto Tamaulipeco para los Migrantes estima que 9 de cada 10 repatriados a ese estado están “fichados” ante la justicia estadounidense, pero de estos sólo cuatro tienen antecedentes penales por crímenes de mayor grado.

 

En 2016, de los más de 240 mil deportados, 58% tenía antecedentes criminales, es decir alrededor de 138 mil. El resto el 42% (101 mil) fueron repatriados por violar las leyes de migración.

 

 

Juan José Rodríguez Alvarado, ex director del ITM y hoy director de “Consultoría Legal y Asuntos Migratorios S.C.”, con sede en Tampico, señala en tanto que, en esta ciudad, así como a nivel nacional, el número de eventos de repatriación se ha reducido considerablemente.

 

Por ejemplo, en esta ciudad en 2016 fueron 28 mil 514 repatriados contabilizados por el INM, mientras que en 2011, año con más repatriaciones hacia Nuevo Laredo durante la administración de Barak Obama, fueron 48 mil 240. En ese entonces, este puerto ocupaba el quinto lugar nacional, quedando debajo de Tijuana, Mexicali, Matamoros y Nogales.

  

Esta pasada semana, La Silla Rota  ha documentado  dos de las primeras deportaciones masivas de ex convictos mexicanos: el 7 de febrero se informó que 500 ex convictos había sido deportados de Texas vía Tamaulipas, mientras que  el 20 de febrero se dio a conocer  que  131 personas que cumplieron su condena en Estados Unidos llegaron a México por el Puente Internacional “Reynosa-Hidalgo”.

 

Gerardo llegó a Nuevo Laredo tras cumplir ocho años en prisión por venderle drogas "a los blancos" 

 

Incertidumbre por su futuro

Pese a su dureza, Gerardo admite estar temeroso de lo que podría ser su futuro en México. El INM tiene un Programa para Repatriados donde se les valoran las habilidades laborales adquiridas en su estancia en la Unión Americana, para luego re incorporarlos al mercado productivo. Esto a través de un “trabajo conjunto entre los tres niveles de gobierno, la iniciativa privada, la sociedad civil organizada y los organismos internacionales”, según se lee en la página de la Secretaría de Gobernación.

 

El plan inmediato de Gerardo es llegar a Juárez para vivir con sus papás y así comenzar a buscar trabajo “de lo que sea”, considerando el hecho de tener experiencia en plomería, construcción y pintura exterior para casas.

 

Él confía en que al demostrar su estancia en Estados Unidos por más de 40 años y su experiencia en varios oficios, le ayudarán a conseguir un buen trabajo pronto.

 

En cuanto a la venta de droga, él aseguró que ya no lo haría. Mucho menos en México.